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Venganza

Tema en 'Poesía Surrealista' comenzado por Orfelunio, 15 de Mayo de 2009. Respuestas: 0 | Visitas: 941

  1. Orfelunio

    Orfelunio Poeta veterano en el portal

    Se incorporó:
    15 de Mayo de 2009
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    Venganza



    Cuando empiezo estas líneas,
    soy consciente de la dificultad que encierra
    describir aquello que subyace, y quiere aflorar
    de mis pensamientos.

    Voy a hacer un esfuerzo, e intentar descubrir
    los insondables mundos que modela la experiencia
    y los traduce en sentimientos.
    Y es que es un sin vivir, un morir viviendo,
    si estos no están vivos sino muertos.

    El barco zozobra y necesita un buen marinero.
    Vender cara la derrota y salvar el velero
    no hay quien lo dona y otorga.

    Si se es buen remero, se naufraga con honra.
    La calma es engañosa, la tormenta está a la espera,
    la fortuna desespera en predicción ignominiosa.


    Predecible es la natura, haya paz después de guerra.
    El loco en su locura, el ciego en su ceguera,
    y el cuerdo en su cordura.

    Termina la tormenta y se abre paso la calma,
    el fin de la ceguera doblega a los fantasmas,
    se acaba la guerra y llega la paz verdadera.

    Ya no existen las almas, y en una muerte sincera
    y un entierro sin cirios, todo son delirios y otras flores
    en la tumba nos esperan.

    No quiero aromas ni olores, que allí donde voy,
    entre ataúdes, no hay perfumes ni rastro de olor,
    no lo dudes, muerto soy.

    Y ¡fuma!, pero no me busques ni por las nubes,
    que ya no estoy, ¡fumes lo que te fumes!.

    Yo resoplaba y a él le caía la baba,
    sus barbas mojadas, babeantes,
    goteaban no sin antes relamer lo que sobraba,
    del dulce pastel que compartíamos los tres,
    yo, el de las barbas, y él.

    Él era el motivo de mi resoplo y por quien yo resoplé,
    la verdad es que resoplaba por él, el motivo… no lo sé.
    Fue el de las barbas, quien molesto por el resoplo le puso
    largos los dientes a él, no era él quien resoplaba,
    ciego y barbudo, su ceguera pagué, y en un nuevo resoplo,
    glorioso y sublime, me vengué, que él era el de las barbas,
    y el pastel le quité.

    Otro era el ciego y sin vista, yo, ya lo sé.
    De nuevo babeantes, mis barbas mojadas resoplé,
    ciegos éramos los tres. Más vale conocido, que tres
    por conocerse y conocer, pues el negocio no lo olvido,
    aunque ciego me coma el pastel.

    Gran tarea la mía, comer no uno, sino tres,
    que tres era los que tenía, dulces años de mi vida,
    momentos contados a la vez. Qué mejor que la comida,
    que en distinta medida, sustenta nuestro ser.

    Amarilleaba en el cielo matutino, verde espino verde,
    verde rosa inexistente, perfume inexacto de imposible ecuación,
    agua congelada, líquido sangriento de aliento amanecer.

    En las veredas vespertinas, te espero prisionero en los
    campos desmembrados de los miembros de mi ser.

    Amanece estoy dormido, de naranja al amarillo
    por el rabillo está por ver, al alba coloridos,
    los pesares despertados, ya vuelven pensamientos olvidados,
    ya regresan fustigando mi querer.

    Ansiaba tu venida, odio inmisericorde de duelos,
    de luto deseaba tu llegada, tanto, que ya tengo la medida
    de tu inagotable llanto.

    Ya eres mía, ya soy yo el que odia y no olvido.
    Era lo que querías, verme por no ver. Si mi venganza es
    osadía, no pase un día, si puedo me vengaré, que la venganza
    es una triste historia, es darle vueltas a la noria, es su sino,
    repite como buen peregrino, repite al menos una vez.

    Padre dime… porqué se marchita el querer, porqué la flor se
    marchita, porqué?.

    Hijo, se marchita el querer, y si el querer se marchita
    nunca se quiso, si nunca se quiso no es un nunca querré,
    el querer no se marchita. Si nunca he querido, cómo lo sé?

    La flor se marchita y también el querer, cuando la flor que quisiste,
    sólo creíste querer.

    Dejaré pues la venganza de lado, hay motivo suficiente,
    que mi mente, por lo argumentado, quiso un querer aún latente,
    pero ya olvidado. La flor no estaba marchita, sólo falta de cuidado,
    y siempre lució hermosa y bonita.
    Fue sincera en halagos, yo también fui sincero, eso espero,
    después del odio abandonado.

    Tierras oscuras de infinitos caminos,
    senderos fríos de páramos yermos,
    triste soledad de todos los destinos,
    fluyen sin cesar los castigos eternos,
    las lunas de glóbulos rojos y altivos,
    en tus moradas llenas de inviernos.


    ***


    Un saludo



     
    #1
    Última modificación: 2 de Junio de 2009

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