Vírgenes impías

Permanece efigie de carne, de piel y de sangre
Perdura mujer como un ser sin deseos, sin lujuria,
No compartas tus fantasías, no evidencies tu infinita sed de amar
Nunca digas, no demuestres, no permitas ser juzgada, sentenciada.

Así virgen, así será inestimable tu esencia y tu presencia,
Aunque tu alma y cuerpo se inflamen, se derritan,
Exhíbete mojigata, mientras fluye el obsceno néctar de tu vientre,
Quizás todos admirarán tu paso y decencia, y en tanto, vibras, te sublevas.

Osténtate muy casta, pudorosa, cándida, casi santa,
Dícese de ti una virgen, doncella apreciable, ejemplo de señora, de dama
Qué tus rojizos pensamientos se queden coartados, que tus apetitos disimulen
Y tus instintos se sosieguen en la más íntima zona de tu mente.

Pasea tu serenidad y tu paciencia, tu ternura e inocencia,
Desde niña aleccionaron tu cuerpo y tu mente para siempre mesurar tus instintos
Y a gozar y disfrutar tan sólo en complacencia de tu señor
Y a vivir como virgen, flagelando tu derecho de revelar tus más íntimos secretos.

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