Recuerdo cuando al llamarte preciosa tu piel se sonrojaba y tus ojos se iluminaban ¡Cállate no digas tonterías! Tu me decías. Aún recuerdo lo...
Lo peor de la soledad no es ella misma pues no quiere hacerte daño, sólo es una dama más que consuela sus grandes penas, acompáñandonos a...