Esa melodía que tocaste, con tus ojos inundados y tu corazón apretado. ¡Qué gran desgracia ver tu espíritu deshecho por alguien que dejó un vacío...
Sin pertenecer a tu corazón y destrozando tu razón. Tardé solo tres días en amarte, me tomará meses soltarte. ¿Olvidarte? Jamás... ¿Odiarte?...
Ese fruto prohibido que apareció frente a mis ojos, pecado puro. Tan diabólica y maldita, que al infierno te mandaría. El temor del fuego me hizo...