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El dolor de la felicidad

Tema en 'Prosa: Ocultos, Góticos o misteriosos' comenzado por ivoralgor, 16 de Junio de 2014. Respuestas: 4 | Visitas: 1307

  1. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

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    Venía de un suplicio en la vida. Hijo, el dolor es parte de la felicidad, me decía mi madre cuando me veía ensimismado. En ese entonces no sabía que era un mal llamado depresión. Coño. Tan simple es decir depresión. Su hijo está mostrando cuadros depresivos normales, dijo el doctor en esa ocasión, con unos calmantes naturales se sentirá mejor. Mi madre fue a la farmacia naturista y compró té de valeriana para que pudiera dormir. Los resultados no fueron los esperados. Arrastraba esa sensación de vacío por todos lados. La soledad se apoderaba cada vez más de mi mundo “normal”.

    Una tarde estuve caminando sin dirección fija. La noche me sorprendió cerca del campo de futbol. Una sombra salió de la oscuridad. Luis, así te llamas, ¿no? Dijo una voz de mujer. Levanté la cabeza para verle los ojos. Su mirada era dulce, algo maternal. Me quedé en silencio. Me llamo Martha, dijo, quiero conocerte. Giré mi rostro y seguí mi camino. No le dije nada a mi madre sobre Martha, no tenía caso. La veía en todas partes a donde iba. Incluso la veía en días lluviosos y noches sin luna. Me dejé llevar por la insistencia y la soledad. Una noche de Viernes Santo me tomó de la mano, era cálida y tersa. Cierra los ojos, dijo, no te haré daño. Cerré los ojos y sentí vértigo. Su voz me reconfortaba para no temerle a ese vértigo tan animal que me comía las entrañas. Al despertar estaba en otra parte, lejos de casa y de la gente. Como un animal siguiendo su instinto encontraba el camino para regresar a casa. En un principio no tenía rasguño alguno al llegar a casa. Luego empezaron los pequeños arañazos y moretones. Por qué tengo todo esto, dije, no sé cuando me los hice. Martha acariciaba las heridas y me dejaban de doler. Me estás asustando Luis, dijo mi madre una mañana de domingo, no sé qué estás haciendo. Las lágrimas de mi madre me dolieron mucho. Es el dolor de la felicidad, dije y salí de la casa.

    Al estar con Martha me sentía lleno de todo. El apetito se iba de golpe y porrazo. Sólo quería cerrar los ojos. Una tarde de Todos Santos dejé de ver a Martha. Por las noches me daban escalofríos y sentía un miedo atroz. Ese miedo que te entra por los pies y se va diseminando poco a poco por todo el cuerpo hasta llegar a la cabeza. Maldita. Me hacía falta el vértigo. En mis ratos lúcidos lloraba sin parar. Debemos encerrarlo en el psiquiátrico, le dijo un paramédico a mi madre, las convulsiones será más fuertes. Pero qué le pasa a mi hijo, decía entre sollozos mi madre, por favor ayúdenlo. Me llevaron a un lugar blanquísimo, con ese aire enrarecido por la soledad. Los vértigos llegaron de nuevo, pero Martha no. La sensación duraba muy poco y cada día mucho menos. Mis períodos de lucidez eran más largos. La doctora Hernández empezó a tener pláticas conmigo. Necesito que te relajes y me cuentes cómo te sientes, dijo, no te haré daño. Me siento extraño, como caminando en un sueño. No siento mis pisadas y todo parece tan raro, dije, es estar y no. Ahora mismo, continué, no sé si realmente estoy hablando con alguien. Quería cerciorarme de que realmente estaba hablando con alguien y me abalancé a la doctora y la estrangulé. Sus ojos empezaron a desaparecer lentamente, con un tono amoratado. Sentí una pequeña picadura de mosquito y Martha apareció con un vestido negro transparente. Te estaba buscando Luis, dijo, te me habías perdido. Sonreí aliviado. No me dejes, dije, aquí no saben cuánto te necesito. Me llevó por un sendero oscuro. Le pregunté por qué no sentía el vértigo si tenía cerrado los ojos. Se quedó en silencio. Al cabo de un tiempo empecé a diluirme en la oscuridad, de la misma forma en que se diluyó la doctora Hernández, pero esta vez no podía ver el tono de mis ojos.
     
    #1
    A Ro.Bass y (miembro eliminado) les gusta esto.
  2. Ro.Bass

    Ro.Bass Guau-Guau

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    Como ser el yo-lírico, una forma de lograr que el lector entre bajo la piel
    de las personas con depresiones graves y trastornos en sus diversas ramas...

    Así sin más, su entorno no lo entiende, pero ellos tampoco.

    Fuerte y muy buena prosa.

    Saludos!
     
    #2
  3. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

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    Agradezco que pases por esta prosa.

    Así es, a veces ni ellos entienden su propio mundo.

    Saludos.
     
    #3
  4. MP

    MP Tempus fugit Miembro del Equipo ADMINISTRADORA

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    #4
    A ivoralgor le gusta esto.
  5. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

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    Agradezco mucho el honor!! :::sonreir1:::

    Saludos.
     
    #5

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