A-las Sinsombrero

Gracias, estimado Musador, por tu lectura y por acercar a Juana Inés de la Cruz que, como bien dices, merece ser destacada.
Me has ayudado a leerla, meritoria como escritora y una abanderada en tiempos en los que la mujer disponía de escasos espacios para mostrarse intelectualmente.

Pongo aquí sus redondillas para el que le apetezca, merecen ser leídas:

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si la incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?

Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.


Un abrazo,

Eva

 

Encantada con tu visita, Miguel, muchas gracias por tus palabras.
Un abrazo con afecto,
Eva

 

Yo si que agradezco poder contar contigo, con tu generosidad a la hora de leer y comentar, Manuel.
Me alegra que te haya gustado, muchas gracias, un abrazo amigo,
Eva

 

Excelente homenaje, Eva, una delicia de soneto que no tiene desperdicio. Me encanta lo del tintero, pájaro de bien, dulce jilguero.

Mujeres, ¡sí, poetas!, ¿ es pecado?
​

Más vale que a estas alturas no lo sea, si no estamos perdidos.

Recibe un alado abrazo.
Javier.

 

Entrega ese calor que muchas veces nos hace falta. Una poca de fé y esperanza. Gracias.

 

Pues con lo que me dices, Javier, me quedo más que satisfecha y me alegra mucho que te hayan gustado esos primeros versos, su sencilla metáfora, porque hasta ahí es hasta donde debiera haber llegado el poema. Pero, desafortunadamente, no fue así en esa generación. Son mujeres encomiables, mujeres en un mundo en el que parece que la intelectualidad no les correspondía, que tenían que ganarse lo que por mérito propio ya poseían y ese gesto reivindicador y solidario por parte de algunos de sus compañeros es tan simbólico...

No, no, ya no estamos perdidos, estamos medio confusos Bueno, solo algunos, los que serían incapaces de ver con la misma normalidad ciertos poemas o temática, sobre todo en clásica, en boca o mano de las mujeres. Y no me refiero a mujeres en particular, porque en particular sí puede llegarse a admitir pero eso en sí mismo ya es indicativo de que estamos en mantillas.

Muchas gracias, Javier, ha sido un gusto tu visita, gracias por estar ahí, por ese abrazo alado, va otro para ti, enorme.
Eva

 

Ha sido un gusto recibir tu comentario, muchas gracias a ti por tus palabras, Huirwell. Un abrazo fraterno,
Eva