A los asesinos de París

Gracias por tan contundente comentario, Katia.

Un abrazo, amiga.

 

Yo también creo, Ropitella, que hay desastres mucho más catastróficos que la muerte acribillados a balazos de 13 periodistas cuyo único delito era ser irreventes con los fanáticos. Esos otros desastres que citas (hambres, guerras y enfermedades que causan verdaderos estragos entre niños, adultos y ancianos en el tercer mundo) a mi me conmueven mucho y por muy a diario que vea noticias sobre ello, no me hacen inmune al dolor y compasión que siento por ellos. Precisamente tengo un soneto recién editado (El azar de nacer) en donde cito el hecho de lo mal repartido que está el mundo con muy pocos que viven muy bien y una enorme cantidad de criaturas que mueren de inanición.

Gracias por tan profunda meditación que nos dejas, amiga.
Un abrazo fuerte.

 

reflexivas letras no deja y los poetas siempre debemos creer en la paz, abrazos.

 

Así debe ser, amigo; gracias por pasar y por tu comentario. Te devolveré la visita.

Un abrazo.

 

Matar; cuando no se valora la vida, es fácil; cuando a un presente se le antepone un futuro incierto, puede llegar a ser un medio, y cuando un fanatismo cultiva la peor parte del ser humano, una bomba; esa bomba que tantas veces estalla cuando la fe se convierte en ciega y el odio la peor de las armas.
El problema es profundo y difícil de tratar y de atajar mientras las diferencias (tanto económicas como culturales) cada vez separen más que unen.
Un abrazo, Juan, y totalmente de acuerdo.