A mis Hijos

Cuando yo me muera…¡No lloréis, hijos míos!
Porque voy a la eternidad con mis manos llenas de los frutos de la vida.
Vosotros, sangre de mi sangre, habéis llenado mis alforjas para el viaje.
Parto feliz, porque dejo raíces sanas y fuertes…
Raíces que se hunden en la tierra buscando ocultos tesoros…

En apenas unos años, he pasado de ser protectora a protegida…
Pienso en vosotros, mis niños, como si nunca hubieseis crecido
¡Mis pequeños gigantes! ¡Que paradoja! ¡Tan grandes y tan pequeños!
Nunca tuve esperanzas de llegar al cielo…
Siempre me pareció algo utópico, lejano, inexistente…pero me equivoqué.

Sin darme cuenta, me he visto envuelta en blandas nubes…
Sumergida en un cielo maravillosamente azul
En un cielo, donde no veo a Dios ni a sus querubes
Pero oigo las risas de esos niños que están por venir
Y que llenarán vuestras vidas de la misma manera que se llenó la mía…

Quereros siempre. Sois ramas de un mismo árbol.
Por vuestras venas corre la misma savia…
Habéis crecido alimentados por las mismas raíces…
Estáis destinados genéticamente a dar el mismo fruto.
Que vuestros triunfos y fracasos os afecten por igual…

Y cuando llegue el momento de talar este árbol
Que esa madera muerta no os entristezca…
Que os sirva para calentar vuestro hogar…
Yo hice lo mismo que os pido que hagáis mañana…
¡Recordadme alegremente, que mi amor no morirá!

 

En donde quieras que estes, tus hijos comprenderan que tienen un gran padre. Emotivo amigo. Llega al corazon de los que somos padres.Nos conmueve. Muy bueno lo tuyo.

 

Gracias por tus comentarios, Marcelo. Solo indicarte que soy Madre, aunque supongo que los sentimientos de un padre, pueden llegar a ser los mismos.