A modo de ser la esperanza

A modo de ser la esperanza
que aún en la rosa no es dura espina,
ni remanso del sueño sombrío
que duerme la crisálida,
virgen y muerta, en su ataúd de cristal
o aquella tórrida y limosa piel
en la memoria de las ruinas.
Sigo despertando con el gallo,
sigo derramando el agua de la cafetera,
sigo contando los crepúsculos:
sumándome años y restándome olvidos.

Y sigo esperando al heraldo del sol
escribiéndose, de nuevo, en la ventana,
saliendo a la busca de hombres y mujeres,
zapaterías, cines, tiendas, teatros
y que no desande el camino;
sino que forje, en ardiente fragua,
el filo nuevo de cada día, de este día,
con el que nos parte en soledad compartida
y nos exprime, como amuletos,
en la sudorosa mano de un azar
con suerte de incertidumbre.

A modo de ser la esperanza,
sigo siendo quien he sido y he de ser
como un eclipse donde se conjuran,
amantes, luz y sombra.
Y donde mis brazos de agua y aceite
y mi labio de cielo y mi labio de mar,
por encima de la nube,
por debajo de la sal,
sigan ladrando, ciegamente, al aire.

 

Preciosa obra. Te la aplaudo.