A su majestad…

Y aquí en medio del salón donde la corte se reunió en un bacanal de costumbre... estando solo,
Después de ambientar con mi música la fiesta que su majestad ha organizado, mientras reía a carcajadas y el vino corría a torrentes cual río carmesí, mientras bufones y arlequines hacían su trabajo
Pude percatarme de funesta realidad…

Es por ello su majestad que me atrevo a escribir estas líneas no importando mi propia seguridad,
Se muy bien el castigo al que me estoy exponiendo pero es preferible a seguir soportando sus actos:

Estúpido es el orgullo y vanidad que matan la razón y el sentimiento, hablando sandeces y festoneando lo indecible, abarcando con la insensatez capítulos enteros de ineptitud arrolladora, que finalmente son necedades de un alma infantil

¿A quien trata de impresionar? si al término de todo solo es una muestra de inmadurez absoluta, de la inestabilidad mental que ahora os consume, de la falsa imagen de piedad y bondad que no os queda cómodo, no diga más, no sea que se atragante con su soberbia, que realmente ¡no existe! que nada ocultan la rabia e inseguridad que os dominan, acciones llevadas a cabo sin pensar en el ahora o en el futuro,

¿Como osa pronunciar palabras hermosas escritas por superiores? ¿Cómo se atreve a siquiera a hablar de sentimientos humanos? ¿Amor? ¿Realmente cree su majestad que el amor es tan simple? Tan egoísta y superficial, habla de inmortalidad de divinidad… de los Dioses, Arcanos y antiguos,

No entiende nada de lo que aquí esta ¡Se jacta de comprender lo divino o lo maldito! Piense y reflexione señora mía… guárdese de despertar al león, solo eso os pido si en verdad os importa su vida…

Veo que la verdad y justicia viola cual doncella por sus soldados, pide juramento de lealtad cuando desconoce el término de la palabra… no sigáis haciéndome reír… ni una noche más su alteza o la ira que despertara no tendrá final, y nunca saciará su ego que al fin al cabo no es nada…

Ante la crueldad de su silencio indecoroso adornado por miradas lascivas de tiranía que no tienen perdón…

Y es así que llego al final de mis líneas señora mía, si no fuera siervo suyo no me atrevería a hablaros de este modo… quiera bien el cielo por testigo quedar que no es una afrenta a su real persona si no simplemente palabras de alguien que os guarda un especial cariño… sea pues el destino el que termine esta historia… que sea la razón y la verdad la que al final triunfe y no la cerrazón y la estupidez…

Suyo

Lord Alexander


“Exnihilo nihil fit, fit justitia pereat mundus”