A Través Del Espejo

No soy concepto concreto,
no soy íntegro, no soy real.
Soy retazos al azar,
recogidos, recogidos allá.
No miro de frente,
ni de reojo, ni de través.
Miro a través de un viejo
y polvoriento espejo,
que muestra extraños reflejos
y alguna sombra fugaz.

Busco entre tanto personaje
mi favorito caballero andante,
que cuanto más débil se siente
con más ardor pelea,
cuando menos la razón le asiste
con más ahínco porfía.
En imposible combate desigual,
se bate ciego hasta muerte,
y en el suelo, malherido e inerte,
sólo entiende la palabra lealtad.

En ningún momento aparece,
y el espejo aún se hace más viejo,
ya amarillean sus reflejos,
y entonces cada imagen enloquece.

Busco las huellas de su caballo,
en las tundras donde trotaba,
en los arroyos donde abrevaba
y en los campos de batalla.
Que ahí no las he de encontrar,
ya lo sé, pero ¿qué importa?
¿Busco al intrépido jinete?
¿o me bastan sus hazañas?
¿qué busco en el espejo?
Ni yo, ni el mundo,
ni el más sabio de los sabios,
ni el mismo Dios lo puede adivinar.

Pasan las horas en el reloj de arena,
mal contadas y peor perdidas;
arena nacida en los desiertos;
desiertos de espejos rotos
en minúsculos fragmentos,
que cortan el aire seco,
irrespirable y venenoso.
Desiertos bastos e interminables,
fríos e insondables
como los reflejos engañosos
y las palabras amables;
desiertos vacíos,
como los poemas sin sentido;
desiertos por donde cabalgan
los caballeros perdidos;
desiertos en los que se esconde
un viejo y polvoriento espejo
que muestra extraños reflejos
y alguna sombra fugaz.

 

Que sería de todos si miraramos por tan inmortal espejo? estaríamo locos o seríamos extraños a sus ojos? me pregunto. Se con seguridad que en el paso del reloj encontrara lo que está buscando.

Saludos y bienvenida sea!