A un esqueleto

Sin sentido alguno veo la amalgama de la vida
profanada en embusteros labios.
El bajel sombrío de mi alma transita repudiable-mente
en este fantasmal tizón de escarcha
donde agoniza la puritana rosa.

El reseco esqueleto yace pintado en la
pared como un monumento de vida.
Los detestables deudos pintan coronas sobre el.
Rezan salmos interminables.
Se bañan con su ficticia existencia.

Horrorizado el petirrojo huye de este
maldito cautiverio.
Aun quedan cien mil esclavos
a la razón de esta pueril creencia.
Detestable humanidad.
¡Maldita sea!​

 

una ovacion!