A veces es el clima

Y es que cuando el aire y mi cara se chocan,
siento ganas de volar o andar en una moto a mil por horas,
por eso de sentir adrenalina, emoción, aventura o rebeldía.
Me recuerdo del pasado y veo como se aleja,
entonces pienso en que cada vez mañana está más cerca,
tan cerca como "inmediatamente".

Me pongo a ver el cielo, las nubes y sus mil formas.
Veo los cúmulos como elefantes o casas.
También, más arriba veo los cirros como autopistas del cielo,
por donde viajan los ángeles o duendes, quien sabe.
Veo los colores del mundo.
Mucho verde y tonalidades de azules.

Y así, me va envolviendo la cara,
el cuello, los brazos y las palmas de mis manos.
Me golpea una brisa que trae piedritas de esas que queman y pegan duro,
de esas que no te esperas cuando caminas por la playa y tropiezas, te cortas, te duele.
Las mismas de la montaña que te hacen caer si no ves en el camino,
si no ves por donde pasas, si te distraes y no pisas con seguridad.
Están camuflajeadas.
Te puedes fracturar pero no pisas mal,
las esquivas aunque te rozan y te dejan marquitas.
Así es la naturaleza, no avisa para pasar.
Tampoco cuando trae piedritas voladoras que te caen en los ojos y son difíciles de sacar.

Mientras que la muy atrevida piedrita te molesta,
viene la brisa a hacerla volar.
Y el viento con todas sus fuerzas te seca la cara y te hace sentir paz.
Así también es la naturaleza, te abraza sin avisar.

Entonces ahí es cuando trato de imaginar,
hasta dónde puede llegar la brisa de la mano del viento.
Abrazados en tormentas,
besando algún río travieso,
dejando la silueta de una palma un poco fresca,
arropada por las olas mientras un niño pesca y un artista lo logra pintar.

No cabe duda que entre la paciencia de ella y la impaciencia del viento,
viajando juntos mueven al mundo.
Y el mundo puede ser su hogar.

 

Una profunda y sensible mirada develan tus versos amigo...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...