A versos... fragor y herida. Décimas.

Versos de arena caliente,

trozos de Dios y de infierno,

puñales de un sol eterno

que me desolla indecente.

Ritmos de un tiempo candente,

moribundo y renacido,

migajas del ser que he sido

y que el espejo musita

como quien solo recita

quedando absorto y perdido.


Versos de luna y de viento,

cadenciosos, temporales,

componendas terrenales

del más puro sentimiento.

Plegarias que son sustento

del alma que canta rota

como de fuente que brota

hasta anegarme el conjuro

que me salva de lo oscuro

y en conjuro se me agota.


Versos que pintan luceros

preñados de soledades,

cantos de arana y verdades,

imposibles y certeros.

Animosos, traicioneros

que se arropan en mi frente,

que a un dictado diligente

saltan libres al vacío,

versos donde me hago mío

perentorio y disidente.


Versos en voz suspendidos

donde el cariño se exalta,

son que a sones sobresalta

mis empaques compungidos.

Envueltos en estallidos

surten de paz y medida

a la palabra rendida

y al fonema bien dispuesto,

versos que dejan repuesto

el milagro de la Vida.


A versos fragor y herida.