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Acerca de querer irse a casa

Tema en 'Poemas Generales' comenzado por ASTRO_MUERTO, 9 de Marzo de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 507

  1. ASTRO_MUERTO

    ASTRO_MUERTO Poeta fiel al portal

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    Hombre
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    ACERCA DE QUERER IRSE A CASA
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    Raulito llega a su clase
    y se presenta frente a todos en la sala,
    con su sonrisa de niño en frente de la sala,
    y dice en frente de toda la sala: “Hola, soy Jaimito",
    y lo dice y lo grita
    porque su madre le dijo que así hiciese,
    y dice: “Hola, soy Juanito”
    y lo grita más fuerte y lo repite,
    aunque algo más inseguro que la primera vez,
    pues, Raulito es capaz de prever el futuro.
    Los niños de la clase lo observan con caras que Sergito no comprende,
    y se dicen unos a otros: “¿y este estúpido de dónde ha salido? Tiene cara de estúpido”,
    y lo miran, y lo miran todas las veces desde el pelo hasta la punta de los pies,
    y después de reír como un mundo,
    reparan en que el rostro de Pedrito es algo inusual;
    bien no saben lo que es, pero lo intuyen,
    hasta caer en cuenta de que tiene cara de niño bueno,
    y se dicen unos a otros: “Este es tonto”.
    Los meses siguientes son burlas para Claudito,
    porque en su casa,
    porque en su casa sus padres no saben que tiene cara de niño bueno,
    y lo tienen que mandar a una escuela con niños
    cuyas caras son caras de niño,
    cuyas palabras son palabras de niño y cuyos juegos son juegos de niño,
    pero Carlitos no tiene amigos,
    y mientras todos corren como idiotas en el patio repartiéndose golpes,
    él se sienta en su banco, a dibujar,
    a jugar con las palabras que ha aprendido.
    –Julito, sal al recreo a jugar con los otros niños –le dice la maestra; ésta lo obliga,
    lo obliga a salir al recreo a jugar con los otros niños.
    Y así se pasa el tiempo aguantando los golpes, los embates del destino,
    soportando el estrés de tener que cruzar patios repletos de animales,
    aguantando insultos variopintos,
    faltas de respeto,
    las burlas de las muchachitas y
    las amenazas inocentontas del burrerío.
    Pero Paulito es diferente,
    tiene compasión
    y además entiende, aunque no debería,
    y no debería haber hecho caso
    cuando su madre le dijo: "no pelees",
    pero él sigue entendiendo,
    en realidad siempre entenderá,
    porque él puede,
    él puede prever el futuro,
    adelantarse a las movidas y salir ileso.
    Y en tierras lejanas
    cuando otros Dieguitos llegan a sus respectivas salas
    gritando sus nombres delante de todos,
    y los gritan,
    y los dicen bien fuerte –para que todos te escuchen– según dijeron sus madres,
    habrá profesionales que intervengan;
    probablemente los envíen con los psi quienes citarán a sus padres:
    “Mire, su hijo es superdotado, cámbielo de escuela”,
    y es esta una manera elegante de deshacerse de algunos poetas.
    Otros en cambio, seguimos conviviendo entre la chusma;
    hacemos esfuerzos por parecer normales;
    nos molesta que nos miren a los ojos y mientras todos ríen,
    solemos recluirnos entre nuestros cuatro muros;
    poetizamos de repente;
    no guardamos ni un solo rencor y aun nos decimos:
    "Uno entra un poco tímido.
    La gente te mira como preguntándose de dónde saliste.
    No miran a nadie más que a ti,
    tu apariencia de nerd y actitud de inadaptado.
    Miras las mesas también y te mueves,
    por el espacio tridimensional, de manera torpe.
    Tropiezas.
    Pensarás que la disposición de las mesas es errónea,
    y después de encontrar un lugar donde sentarte
    mirarás la cara de María que emerge entre la humareda.
    Nada; nos pedimos unas cervezas (en realidad ella las pide,
    yo prefiero tomar agua) y el hombre-bar las trae.
    Pronto uno se inquieta,
    voltea la cabeza
    y allí en la barra,
    delante el hombre-bar es posible observar
    cómo un tipo mueve el pié al son de una música que no comprendo;
    muestra una sonrisa chueca
    mientras le quita el pelo de los ojos a su gata. La besa.
    Yo no quiero mirar. No soy partidario de las expresiones sexuales en público.
    –Bueno, Cristian, ¿qué piensas del lugar?, ¿te gusta esta cerveza?
    –Oh, yo no bebo,
    sólo tomo agua de vez en cuando… –La charla avanza,
    uno desea irse a casa,
    así que empieza a hablar de poesía,
    cita un verso de Vallejo que dice: “y el sírvete materno no sale de la tumba”,
    luego habla de la síntesis y de algunas teorías locas,
    cosas que a nadie le interesan…
    –¿Qué piensas de este lugar? –pregunta ella.
    –Yo creo que la gente se deshace del peso de ser gente;
    no es fácil soportar el peso de ser gente
    con las propias vidas que ellos mismos se pusieron,
    que nosotros mismos nos pusimos…
    ¿no piensas lo mismo? –lo que María respondió
    a nadie le importa, a nadie,
    y para ser franco, no sé si a mí me importe.
    De hecho, María no existe.
    –Ha hecho calor estos días –le dije.
    No hubo respuesta.
    No hubo respuesta.
    No hubo respuesta".
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    #1
    Última modificación: 10 de Marzo de 2014

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