acto y ceniza cap i

ACTO Y CENIZA

FRANZ CÖGA

CAPÍTULO I​

.....De entre todas las personas a las que conozco, no he sabido de ninguna que me altere o me cause un sopor tan terrible como Alfred Jenkins. Dado su apellido, constantemente pasa horas y horas hablando sobre las reliquias y los artilugios que le fueron heredados junto a éste. Maliciaba siempre departiendo de lo que había sido su abuelo, claro está, en Inglaterra. Sin embargo se sentía ofendido cuando le cuestionaban sobre su padre, que, en una visita a los Estados Unidos, terminó relacionándose íntimamente con una mujer inmigrante. Era una mujer muy bella, sin duda, pero no dejaba de ser parte del déficit de desarrollo para el país con mayor influencia en el continente americano, Estados Unidos.

.....Alfred me había dado en préstamo pretencioso un libro que había escrito Marcos, su hermano. Al tiempo que no dejaba de hablar sobre la alcurnia olvidada en Europa, se atribuía los logros, que él por desidia no había cumplido, de otros familiares suyos. Era un arquitecto, de mediana presencia en los ámbitos mercantiles; y Marcos, un psiquiatra menos reconocido que su hermano pero con síndromes de superioridad sobre los demás miembros de la cultura lírica, algo bastante común en los jóvenes que reciben pleitesías falsas y eufemismos banales. Marcos era de las pocas personas que podrían aparentar ser ya doctores; y su libro era una total blasfemia, pues enmarcaba fácilmente múltiples tecnicismos hacia el común de un manifiesto claramente fascista, pero tan bien enfrascado con prodigiosos sofismas, que quien lo leyese por alguna motivación frívola, erraría sentenciando que se trataba de una simple novela recopilatoria sobre sucesos seculares ya extinguidos. Lo cierto es que por el común de la cortesía, y por el tiempo que llevaba conociendo a Alfred, me vi en la necesidad –no tan grave como supone la sentencia- de leerlo y declararle los más grandes halagos después de terminarlo, aunque mintiera ponderadamente.

.....Eso sucedió apenas la semana anterior; y hoy, por alguna razón incipiente y enfadosa, se accidentaban en mi mente todas sus líneas, recordando palabra por palabra cada estupidez de ese libro.

.....Tratando de arreglar el dilema del por qué un libro parecía perseguirme en un momento como éste, me percaté de que los asientos en un aeropuerto son siempre tan incómodos cuando esperas a alguien, que cuando (esto sucede) sólo esperas abordar. Y para ese entonces, eran ya las cuatro de la tarde, y era axiomático que el vuelo se había demorado, ya que todos los aviones sufren de retraso al aterrizar. Tomé asiento precisamente en esas sillas metálicas y frías. Recordé ahí que habían pasado un poco más de tres años desde que no le veía, y, en parte, todo esto me producía entusiasmo y una ansiedad predeterminada por el mismo aprecio que nos teníamos.

......No tardé en desesperarme y aburrirme de los programas informativos que acontecían en los televisores del aeropuerto, así que mis pies golpeaban el piso bien encerado. Me levanté, y de pronto me sentí completamente estúpido cargando un ramo de flores bien ajustadas con una cinta color azul. Lentamente, me fui acercando a una de las señoritas que trabajaban ahí para preguntarle acerca del vuelo, pero me dijo lo mismo que ya sabía, vuelo retrasado, aún no llegaba.


.....Me levanté para comprar una taza de café. Di algunas vueltas aparentando tranquilidad, mas sin embargo mis dientes entre su increpante desespero emitían un sonoro chillido, tal y como con gran énfasis se hacen presente las rabietas. Tomé asiento, mientras veía que no avanzaban los minutos. Revisé por sexta vez los datos que me habían dado; vuelo 720, Lyon, Francia-Ciudad de México, viernes 30 de Octubre. ¡Cuánto detestaba esperar! Tiré ya vacío el vaso de café. Diez minutos tuvieron que pasar, para que al fin la voz meliflua de una mujer voceara el arribo del vuelo 720. Me levanté, y sobre la parte más visible en la sala de espera, me dispuse a reconocerla mientras llegaba.

.....Una mujer, de aspecto sonriente como las efusivas muestras de cariño, se fue acercando a mí, dejando ver la luminiscencia de su tez. Podía afirmar que sonreía debajo de esos lentes obscuros y grandes. Aún mantenía frondosa aquella boca, y sus manos seguían siendo tan minúsculas y delicadas como lo recordaba. Y esa nariz suya, tan bien definida y suya. Noté en la ausencia que mientras me hablaba por teléfono, su voz no perdía dicho carisma que hacía tres años pensé extraviaría. Si acaso, los tres años le sirvieron para enaltecer lo que ella poseía. Ahora serían para ella veintiocho años. Le sienta bastante bien el incremento de los años. Me sentía bastante incómodo esperándola, aún cuando fue ella precisamente quien me llamó para que la recibiera. No sé si era eso o cargar el estúpido presente que Mariana me aconsejó darle en muestra de bienvenida. Así que en mis manos, las orquídeas palidecían con el ritmo telúrico de la impaciencia. Las orquídeas eran sus flores favoritas, según lo recordaba. Corrió de un modo tranquilo hacia mí y me abrazó con cierta emotividad que me dejaba perplejo. Me besó tan cerca de la boca, que el notable olor de su perfume lo pude saborear. Sentí que esos tres años jamás sucedieron y en su lugar, algunos minutos se regodearon por la ausencia.

.....Un caballero, levantando su barbilla, extendió uno de sus brazos apoyándolo en el hombro de Cielo mientras me platicaba sobre el viaje. Cielo le correspondió ya que me lo presentó.
.....- Jorge, te presento a mi pretendiente, David Darrieux.

.....Era claro que conocía al tipo, por lo menos por las recientes cartas que me había enviado; sin embargo me hizo referencia de él, solamente como su amigo, como un conocido y no como su pretendiente. La sonrisa de mi faz, comenzó a desvirtuarse al tiempo que David mantenía su mano extendida esperando el caluroso saludo de mi parte. No hubo mejor remedio que fingir una risa cordial, aunque pareciese falsa y sorpresiva. Apreté la mano de David, queriéndole arrancarla de su cuerpo junto a su amabilidad tan obligada que le dolían las mejillas.
.....- C'est un plaisir de vous rencontrer, monsieur. –continuó- Cielo me ha platicado mucho de usted.
.....- Espero que para bien.
.....- No sabes querido –dirigiéndose a David-, Jorge habla perfectamente francés. Si no fuera porque lo conozco, no dudaría en admitir que ha pasado toda su vida en Francia.
[COLOR=#ffffff].....[/COLOR]- No exageres Cielo.
[COLOR=black][COLOR=#ffffff].....[/COLOR]- [/COLOR][I]Donc, vous parlez parfaitement le français? Je trouve assez agréable[/I].
[FONT=Palatino Linotype][COLOR=black][COLOR=#ffffff].....[/COLOR]- [/COLOR][I]Un peu que je comprends et ne parle pas la fameuse français. Je préfère parler castillan[/I].[/FONT]




[FONT=Palatino Linotype][SIZE=3]© Copyright 2009[/SIZE]
[FONT=Palatino Linotype][SIZE=3]Acto y Ceniza[/SIZE]
[FONT=Palatino Linotype][SIZE=3]Franz Cöga[/SIZE]
[FONT=Palatino Linotype][SIZE=3]Editorial Artemisa, México, Distrito Federal.[/SIZE]
[FONT=Palatino Linotype][SIZE=3]Avenida Cuauhtémoc 254.[/SIZE]
[SIZE=3][FONT=Palatino Linotype]C.P. 00065[/FONT][/SIZE][FONT=Palatino Linotype]


[FONT=Palatino Linotype][SIZE=3](PENDIENTE POR TRANSCRIPCIÓN)[/SIZE][/FONT][/font][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT]

 

Interesantes y peculiares líneas Andrés.

Gracias por compartirlas.

 

Ohhh, aqui si esta completo, ya venia yo pensando que podia suceder luego de que el tipo estuviera esperando en el aeropuerto. Excelente inclusion del frances en la historia. Me alegra haberlo encontrado aqui.

Un conte réellement intéressant... pour quand le reste ???

Empresse-toi et transcris !!¬¬

Des saluts

Miss d'Praux

 

buen texto poeta imagino que fue muy laborioso para usted pero siempre tiene mucha calidad, viniendo de su pluma la cual admiro, la parte de su interesante escrito es la del encuentro de Cielo, interesante vaya glamour que me le pone, espero seguirlo leyéndolo, grato y placer recorrer sus letras mientras se pueda

 

lindos versos de un hombre esperanzado y desilucionado

 

Gracias por la lectura.

Por ahí mejor pediré tu colaboración. Es un gusto te gustara.

Bueno, Cielo es un tanto pedante a veces. Pero es una mujer muy hermosa.

Gracias, pienso yo, por el comentario.

¿Un comentario de la dueña?

Creo que ahora sí pondré mis apuestas para ver si gano algo.

 

Una buena prosa que me han recomendado que lea, y que ha sido un acierto.

Un placer haber paseado por sus letras y saludarle.