Acudo como siempre.

Acudo como siempre a tu sonrisa,

al eco de tu voz en mi sesera,

al fuego de tu santa sementera

ahijado de la Luz y de la brisa.


Acudo sin pudor ni cortapisa

al hecho de llevarte a donde fuera,

viviendo en un vergel o en escombrera,

en plena lasitud o a toda prisa.


Acudo –porque quiero resplandores

fulgentes dando sol a mis frontales-

al sitio donde abundan tus amores…


Tenerte pone fin a mis finales

tiñendo de esperanza los colores

difuntos de mis propios funerales.

 

Pues no será este poeta de a pie quien ponga reparo alguno a estos entrañables versos encajados en tan pulcro soneto.
Sin duda, todo un placer de lectura.

Saludos.

 

Muchísimas gracias, Vicente. Saludos.
Esteban.

 

Alguien muy importante ha de ser el interlocutor de estos versos, como ha dicho el compañero Vicente Fernández-Cortés, tan perfectamente encajados en este soneto, estimado compañero Esteban.
Con mi abrazo.
Salvador.

 

Muchas gracias, lesmo. Es a Él.