Aguamarina

En la orilla de Borinquen, clara y pura,
brilla el agua en su danza, libre y fina,
reflejo del encanto que perdura,
en la paz cristalina y tan divina.

El sol besa las olas en su vuelo,
bajo el cielo azul, la vista encanta,
cada gota es un susurro del cielo,
en la brisa marina se levanta.

La arena abraza el mar con tal ternura,
y en susurros de amor, todo se alía,
donde el alma hallará la paz segura,
en la libertad que allí se ansía.

Borinquen, joya de aguas y de sueños,
canta al mundo con su voz serena,
en sus costas, los reflejos pequeños,
narran historias de paz tan amena.

La luna en la noche, suave, se posa,
sobre el manto del mar que la respira,
y en su luz se desvela, tan hermosa,
la pasión de las olas que suspiran.

El viento lleva canciones de antaño,
que los hombres del mar siempre recuerdan,
y en susurros contados con esmero,
reviven tiempos que el alma conservan.

Las estrellas, testigos silenciosos,
guiñan cómplices en la vastedad,
y el corazón del mar, tan poderoso,
late fuerte con su inmensidad.

El amanecer llega, dorado y puro,
pintando de colores el horizonte,
y en el despertar del día seguro,
resplandece Borinquen como un monte.

Oh, Borinquen, tierra de maravilla,
tus aguas son espejo del encanto,
donde el espíritu libre se arrodilla,
y encuentra en tu belleza su recanto.