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Al Despejador del cielo

Tema en 'Poemas Generales' comenzado por Iván Medvédev, 27 de Julio de 2016. Respuestas: 1 | Visitas: 126

  1. Iván Medvédev

    Iván Medvédev Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    26 de Mayo de 2016
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    Género:
    Hombre
    En el eterno abismo oscuro
    Que sin fin y inicio se extendía
    No hubo nada, vacío y puro
    El sempiterno negror renacía.

    Era exánime la sima eterna:
    En las tinieblas intemporales
    No alentaba la vida interna,
    No existían los seres mortales.

    Mas algo sin existir existía
    Superior a la simple materia
    Y saturaba la sima vacía
    Con incorpórea fuerza etérea.

    Y una vez en aquellos albores
    La voluntad enigmática quiso
    Invalidar los eternos negrores
    Y con luz las tinieblas deshizo.

    Y el espacio, la vida fue creada,
    Los incontables astros se formaron,
    Mil gérmenes do antes era la nada,
    Al verbo doblegándose, brotaron.

    ¿Si el orbe fue de una vez creado
    O largos años evolucionaba?
    Lo cierto es que fue determinado
    Por fuerza que lo todo impregnaba.

    El movimiento una vez surgido,
    El tiempo comenzó su presto curso
    Y de los pontos hubo emergido
    La tiérra, el ubérrimo recurso.

    El hombre con su libre albedrío,
    Efímero, vicioso y prudente,
    Atestiguó el grande poderío
    Del Dios, su creador preexistente.

    Corrían los innumerables días,
    El polvo se tornaban las ciudades,
    Mas Tú, Señor, Tú siempre existías,
    Guardando mil recónditas verdades.

    Tu místico, omnipressente ojo
    Que vio la formación de universos,
    Mirábanos con ira y enojo
    Si en el mal estábamos inmersos.

    ¡Poder indistructible y callado,
    Con fuerza infinita tuya válganos!
    Sin tu ayuda hemos encallado
    ¿Por qué en todas lenguas calla Dios?

    Que los efímeros lenguajes terrenales
    No valen para el Omnipotente
    Y habla con los signos inmortales
    Intemporal, horrible e ingente.

    Cuando estaba sólo y adolorido,
    Perdiendo mis mejores esperanzas,
    En la tribulación severa consumido,
    ¿Quién acababa esas duras malandanzas?

    ¡Oh Dios, Señor! ¡Bondad impredecible!
    Mercedes tuyas son inagotables,
    Inesperadas, cual un rayo apacible
    Son tus ayudas inapreciables...

    El hombre inventó sus viles tretas
    Y usa unos sentimientos buenos
    De almas puras y un poco indiscretas
    Apropiándose los medios ajenos.

    ¡Castígalos con manos invisibles
    A los esquilmadores desalmados!
    Por sus iniquidades tan horribles
    Que queden los impíos vindicados!

    Señor, me agobia y duele, señor,
    Ver tanta injusticia terrible
    La guerra y muerte, la habmbre y dolor
    Y la pobreza, el desmán inextinguible.

    Son muchas las carencias humanas:
    Señor, nosotros somos agresivos,
    Y nos matamos en las luchas vanas
    Y somos duros e incomprensivos.

    Señor, nosotros somos engreídos
    Y te negamos, nos creemos dioses,
    Mas por la muerte triste perseguidos
    Al cabo de los días tan veloces,

    El más severo y ufano negador,
    En lecho mortuorio temblando,
    ¡Fervientemente te invoca, oh señor,
    Con lágrimas más cálidas llorando!

    Señor, nosotros somos inclementes
    Y provocamos sufrimientos duros
    A las más lúcidas y buenas mentes,
    Llagamos a los corazones puros...

    Guiados por abúlicas pasiones,
    Flaquezas más que deplorables,
    Servimos a las bobas diversiones,
    A las acciones más despreciables.

    Señor, Tú eres orden de la vida,
    Es un milagro tu naturaleza,
    En el mejor sistema reunida,
    Es testimonio de tu grandeza.

    ¡Qué grave es el cielo de la noche!
    En la llanura negra inefable
    Relucen, ideales sin reproche
    Los astros con su luz inacabable...

    Y cuando por las noches del verano
    Estando mis contrarios alegres,
    A solas en el encinar cercano
    Te ruego mi congoja desintegres,

    Invoco: ¡Dios, señor eterno mío!
    Destruye mi desolación tan fiera,
    Con tu inigualable poderío
    ¡Acaba mi tribulación severa!

    Despeja el negro cielo de mi vida,
    Destroza mi dolencia maldita
    Altera esta suerte dolorida
    Con tu potente diestra benedita!

    No tengo ni poder ni caudales,
    Ni armas contra la intrínseca vileza,
    Mas fuerzas tuyas sobrenaturales,
    Aquéllas son mi arma y riqueza.

    Oh Dios, amparo de los indigentes,
    ¡Protege a América Latina!
    ¡Depara a sus desvalidas gentes
    La dicha con tu gracia divina!

    Tu Hijo con los pobres festejaba
    Y fue por los humildes adorado,
    Tu Hijo para todos predicaba,
    Mas por los ricos fue crucificado.

    Tú, el silencio del Universo,
    Acaba esas incontables guerras
    En las que el orbe está inmerso,
    Apara el dolor de estas tierras.

    Despeja este cielo tenebroso,
    A toda gente buena y cuitada
    ¡Ayuda, dueño fuerte y bondadoso,
    Jesús, nuestra fuerza y espada!

    ¡Oh Dios, altar de la justicia,
    Refugio de los desamparados,
    Nuestra esperanza y leticia,
    Venganza justa de agraviados,
    Nuestro justiciero protecor
    Verdugo de espíritus malvados,
    De todo el universo creador,
    Milagros tuyos sean alabados!
     
    #1
    Última modificación: 27 de Julio de 2016
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  2. TARDE GRIS

    TARDE GRIS Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Mujer
    La vida en sus inicios creo que jamás se pudo imaginar lo que ocurriría en su andar,
    en el cierre se dibuja esa necesidad de un milagro par alabar y para ser refugio de todos,
    creo yo.
    Es un extenso poema pero lleno de realidades para los que creemos en Dios y en su obra.
    Un saludo cordial.
     
    #2
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