Al perenne disconforme... Que no es feliz

Al perenne disconforme que no es feliz
(2 hemistiquios de 6 sílabas)

Echemos las cuentas… que hay cifras y cifras.
Si no eres feliz ¿quién tiene la culpa?
porque te lamentas de cosas sencillas:
por algo que quieres porque has visto “una…”
“sea-lo-que-sea” en manos amigas
y a ti te rebela por creerla injusta.
No serás feliz, viviendo de envidias.
Existen mil causas diversas, confusas
que, si lo meditas, ni tú las querrías.
¿No te has dado cuenta que la culpa es tuya?
Si tú te analizas… y atento te miras
tendrás que dar gracias por tanta ventura
como es el entorno que llena tu vida:
si alargas la mano… alguien te saluda,
porque no estás solo, aun yendo con prisas.
Si tienes trabajo, al menos conjugas
lo más perentorio de toda familia;
otros no lo tienen y pasan penurias
que no se resuelven… con dulces mentiras.
Tú tienes amigos que atentos, te escuchan
las cosas que dices… y agrada decirlas
acaso charlando los días de tertulia.
Piensa en ese mundo que no tiene ayudas,
que no tienen agua, ni tienen comida,
que viven las niñas, hambrientas, desnudas
y los críos maman tetas escurridas,
de madres que miran con tristeza muda.
Mientras que a los críos se les desorbitan
sus ojos de asombro con moscas inmundas
y si caen enfermos… ¡que Dios los asista!
Tú tienes tus ojos y aprecias ternura;
tú tienes tu lengua y te comunicas;
tú tienes oídos y escuchas la música;
tú tienes tus manos y entregas caricias,
y tienes tus pies calzando babuchas…
mas otros mantienen sus piernas perdidas
sin manos ni brazos: precisan de ayudas
no obstante mantienen sus frentes erguidas
llevando su carga. Tu mente es aguda
y estás siempre lleno… de las maravillas
que te hacen feliz… ¡pero no estás nunca,
jamás, satisfecho! Y si te analizas,
haciendo inventario de la gran fortuna
que tiene tu cuerpo, una obra divina
de venas, de nervios ¡la hermosa locura
del alma y cerebro! que te identifica
con el fin supremo de amor y hermosura…
No le des más vueltas: ¡abraza la vida
como luz del alba que feliz te alumbra!
¡y dale las gracias al Dios, que te mima…!
o… ¡¡vete a un convento que te den cordura!!

 

Me gusta. A veces vivimos innmersos en nuestras penas y no valoramos lo que tenemos. Un abrazo.
Por cierto, hay un verso en el que dices "los niñas"

 

Evidentemente me hace feliz que te haya gustado mi trabajo y agradezco el "gazapo" que me indicas y que paso a corregir. Un abrazo