Al sur del meridiano

Me descubrí acariciando una barrera
como crío descubriendo el mundo.
Me sorprendí mandando besos en medio de la nada,
era demasiado, era insostenible, insoportable.

El roce de tu blanca piel me resulta aún ajeno,
el carmesí de tus labios me parece distante;
cuento mis pasos a diario, uno, dos; jamás llegaría.
Tiento a mi suerte a diario, ¿Y si lo hiciera?

Pero no puedo vivir de ilusiones, y aún así vivo de ti,
miro, hago, bailo, canto y muevo contigo ahí, ausente;
te encuentro en las caras de otras personas, te sonrío.
Te soy ajeno.

Y es en esa impersonalidad de los demás cuando
quiero verte, quiero tocarte, flanquear el muro,
lanzarle tres botellas, veinte derrotas, gritar.
Pero gritar no me sirve, aún sigo aquí.

Aquí donde mi vida es, donde ella baila a mi son,
donde ella fuma conmigo, camina conmigo,
toma café, bebe whiskey, da las gracias; es con la
vida misma que tengo que vivir, no contigo.

Y aún así, prefiero acariciar esa barrera…
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las luchas , las barreras que lo pueden todo dan más, saludos