1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Alecta Jacta est: La Línea de la Mano

Tema en 'Tu Obra Maestra (en verso)' comenzado por 5LittlePrince, 21 de Septiembre de 2007. Respuestas: 2 | Visitas: 1278

  1. 5LittlePrince

    5LittlePrince Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    15 de Septiembre de 2007
    Mensajes:
    2
    Me gusta recibidos:
    0
    Alecta jacta est: La línea de la mano

    Hoy me desperté entre los recuerdos
    que todavía no han sido destronados
    del planeta en donde vivo.
    Y pienso en todos los poemas
    que todavía no le he dedicado.

    Y sedicioso de aventuras
    yo no paro de mirar hacia la calle
    Que me está invitando
    osadamente hasta la vida
    -así… cierta y peligrosa-
    y me separa de ella el cristal de mi ventana.

    Podrán decir de mí que soy un tonto...
    Pero aún sobrevive un nostálgico vestigio de esperanzas
    (que también de paso sea dicho: me están aniquilando)
    de asomar la nariz por mi ventana
    y feliz de mí verte allí esperando para hablarme.
    Y perdónenme si les parezco ser un tonto,
    pero es que todavía creo tercamente
    que al enamorado le suceden cosas increíbles.


    Mi vida en verdad ha sido un poco dura
    desde que a pesar de mí
    no intento desvestirte por las noches.
    Y me pierdo tontamente en acertijos
    que rayan los cielos de mi mundo,
    escritos con todas las palabras
    que evitan pronunciarte.

    Una vieja idea está tocando
    a la puerta de mi mundo
    (como si fuera el que regresa
    al hogar después de mucho tiempo),
    arrepentido y escuchando únicamente
    el mismo taconeo del zapato en las aceras,
    marcando el solitario y lento paso de las horas,
    después de haber perdido en inútiles apuestas
    y en unas pocas manos que siempre se recuerdan,
    todo la suerte inexplicable
    con la que venimos a este mundo.

    Y pienso de repente en la trama
    de viejas y fantásticas lecturas.
    ¿No serán todas las fábulas de los gnomos y los elfos
    una inexplicable tempestad de ideas que se calma
    solamente en el amanecer de la escritura?


    Yo quería escribir como los dioses. Yo quería....
    Que los corazones que más quiero leyeran mi poema
    y encontraran en la estrofa que encabeza su estructura
    un verso principal que a los hombre y mujeres atrapara
    con su primer vocal o consonante.

    ¡Ah, Dios!... Mi niño está muriendo.
    Mi corazón fue en el pasado un cálido Planeta.
    Y tenía las puertas más enormes
    que jamás hubiera visto.

    En él vivía toda mi familia,
    Pues las puertas de este mundo
    siempre estaban de par en par abiertas.
    Y cuando algún desconocido venía a visitarme
    le apartaba para él todo un continente,
    -Europa, por ejemplo-,
    y yo se lo confiaba para que no se sienta incómodo ,
    todo el tiempo que durara su visita.

    Y yo desatendía todos mis quehaceres
    para que mi huesped no se sienta en soledades.
    Y entonces preparaba un inmenso juego de rayuela,
    e íbamos saltando desde España
    hacia el imaginario cielo que acababa en los Urales…
    Y así por todo el entero continente.
    Yo hacía todo esto
    para que mi huésped no se sienta solo.

    En ese mundo yo vivía con los míos.
    Y Había espacio para todo el que quisiera.

    Hace mucho tiempo, mi corazón era un refugio
    Para todo el que quisiera recordar que en esta vida
    Aún queda lugar para la magia.
    Ahora que mi corazón es un planeta
    que se ha enfriado poco a poco,
    la idea del seguro invierno me ha enseñado
    a defender mis territorios
    de los aborrecidos fantasmas que yo invento.

    Recuerdo que en mi mundo
    yo siempre estaba preparando
    las mejores tierras…
    Por si acaso arribaba mi princesa,
    Y entonces ella pueda construir allí su reino.

    ¡Ay… Si vieran cómo estoy perdiendo el tiempo!
    Pues en soberbios rituales cotidianos
    Yo gasto horas y horas…
    En vez de alfombrar el suelo que ella pise.

    Ahora que mi mundo es un planeta
    que se ha helado de a poquito,
    yo derrito un poco el hielo con lágrimas amargas.
    Así también fueron cambiando las aguas
    De los mares de mi mundo…
    Cuando aún vivía en tierra firme.

    Hoy es un día en que el sol está nublado.
    Y me recuerdan mis palabras
    a mis primeros cuadernos del colegio:
    Me voy así hasta mis primeros cumpleaños,
    y veo los regalos que me hacían mis amigos.
    Recuerdo cómo les quitaba los ingenuos envoltorios,
    Muy despacio... y con miedo a que se rompan.
    Desplegaba con marcial cuidado las equinas del paquete,
    así de paso en próximas cajitas de zapatos,
    en amistosas fechas que celebrarían
    los aniversarios de mis seres más queridos,
    yo pícaramente repetía la envoltura,
    si ya todos se habían olvidado
    de la fiesta en que lo había recibido.

    A veces mis agasajados pensarían:
    ¡Con qué dedicación armó este niño mi regalo!
    Y yo de verdad no me sentía un miserable.
    Pues cuando en mi mundo aún yo festejaban reuniones
    dos o tres vísperas antes del día ya fijado,
    era ley que nos regía a todos los vivientes
    (Soberanos, pueblos y vasallos),
    considerar el contenido del paquete,
    la intensión con que se había hecho el regalo…
    Antes que fijarnos en cuánto nos habría costado la envoltura.

    También era un alivio…
    Pues no tenía que visitar ninguna tienda,
    ni pensar de qué color
    podría más gustarle a mis queridos,
    el envoltorio de una pluma delicada…
    Que yo quería regalarles hace mucho.

    Según el tamaño del paquete que me daban
    yo ya me estaba imaginando qué podría ser ese regalo.
    Y también según quién me lo diese
    yo ya especulaba con mis siete u ocho años,
    cuánto podría terminar gustándome el obsequio.
    Si venía, por ejemplo, del lado de mis padres
    yo sabía que era algo que hace mucho les pedía.

    Ahora que mi corazón es un planeta
    que se ha enfriado poco a poco,
    Y en sus océanos navegan cínicos témpanos helados,
    ya han dejado de importarme demasiado
    el papel que envuelve finamente los regalos.
    Lo malo es que ahora no me fijo si rompo la envoltura,
    ni tampoco de quien viene...
    Pues ahora que me mundo
    se ha ido helando poco a poco
    me da igual si es o no mi cumpleaños
    con tal de recibir un agasajo.
    Y de paso saber que aún le importo a alguien.

    Cuando mi mundo aún era templado,
    Yo recuerdo con gran pena,
    Que guardaba en una caja de zapatos
    Pequeños amuletos
    Que me harían recordar felicidades o tristezas.

    Allí guardaba insignias, emblemas y semblantes.
    Por ejemplo, diminutas banderitas
    que yo había rescatado del incendio
    en cada país que alguna vez he conquistado.
    Y por supuesto: Las cartas de mis reinas más queridas.
    Juguetes que guardaba de recuerdo,
    Por si alguna vez otro comarca me pedía testimonio
    De los años mas felices de mi historia.

    También yo me he refugiado en muchas tardes
    Dentro de mis cajas de zapatos…
    Eso lo hacía si invasores de otros mundos
    que venían por mis tierras,
    Me dejaban fatigado después de la batalla.

    Mi mundo se ha ido helando más y más
    Cada vez que el tirano invierno
    vencía con sus nieves poderosas
    las fuerzas de todos mis ejércitos.
    Y así después de muchos años,
    -Aunque yo siempre me había imaginado lo contrario-
    Se acabaron todas las raciones
    Que nutrían a mis fuerzas.
    Y otras tropas acamparon en la noche de mi mundo.
    (Sabrá Dios su procedencia).

    Los ejércitos inciertos
    aceptaron servir a mis propósitos;
    Pero igual yo mucho no confiaba.
    Temía a las revueltas o motines
    Pues exigían que les diese a cambio de su espada
    lujosos aposentos… y títulos que aún no merecían.

    Yo recuerdo que cuando mi corazón
    aún era un mundo de templadas tardes,
    yo no escribía nada que no fuera perfecto.
    Y pensaba mucho cada verso de mi estrofa.
    Cuando mi corazón aún era cálido
    Pensaba mucho antes de hablar o dar consejos…
    Pues detestaba a las palabras que sobraban.
    Mas ahora que mi corazón es un planeta
    que se ha enfriado poco a poco,
    Francamente no me importa mucho
    Rellenar mis poesías con palabras
    que no rimen demasiado.

    Cuando mi corazón aún era un mundo
    Que no se había enfriado
    A mí no importaba demasiado
    Lo que había sido cierto.
    Y mis deseos se fundaban
    En los sueños que aún eran posibles.

    Hace un tiempo mi corazón también ardía
    Como un crepúsculo de lava
    Que al paso devoraba con paciencia,
    Los campos de maíz desprevenido.
    Hoy hasta me avergüenza recordar las fantasías
    Que he tenido algunas noches.

    Hubo un tiempo en que ordenaba
    A todos los países de mi mundo
    Con prolijo esmero...
    Y a sus pueblos yo cebaba con bondades
    Para que así nunca hubiera guerras
    Por hambre ni por terrenos.

    Y yo me quedaba despierto hasta muy tarde
    regalándole caviar a los niños desnutridos;
    y de paso consoloba a los ancianos de mi mundo,
    pues habían malgastado de a poquito,
    (uno por uno)
    los días de la adolescencia incautivable.

    Hectáreas de esperanzas repartía
    para que después de la cosecha
    los obreros fabricaran
    sobre el campo su morada.

    Y así si en mi planeta
    alguna vez había guerras
    yo con diplomacia la acababa sin demora.
    Claro que en ese tiempo yo más me dedicaba
    a pensar cómo se deben acabar las discusiones
    que defienden los extremos...
    Y descuidan lo importante.
    Ahora me permito que la gente que visita mi castillo,
    pase hambre, pase frío...
    Y le soy indiferente a la discordia.

    El globo terráqueo que aún acuna
    a los cinco continentes de mi mundo
    poco a poco se ha ido helando;
    y hoy sus puertas
    (que antes invitaban hacia adentro
    a todo el que pisare en su felpudo)
    se fueron entornando demasiado.
    Pero hace 20 años era un mundo cálido.
    Ahora únicamente transmite templanza mi escritura.

    De vez en vez, cuando postergo mis deberes,
    Y asomo apenas mi nariz por la ventana...
    ¡Allí están todavía los cinco continentes!
    Con todos sus países…
    Con todas sus ciudades capitales.

    Y esta noche me quedaré despierto
    Hasta muy tarde -Te prometo-
    Imaginando que toda Salamanca esta desierta.
    Y un castillo alzaré hasta las estrellas
    y en tributo de tu nombre
    Para que sea tu aposento...
    Y nunca quieras irte de mi mundo abandonado.



    Pero sé que las poderosas nieves
    Del invierno repentino…
    Volverán deseando helar mis continentes.


    Degüello 29 de Enero
     
    #1
  2. Caballero Demencial

    Caballero Demencial Tristan, Amante En Soledad

    Se incorporó:
    26 de Julio de 2006
    Mensajes:
    752
    Me gusta recibidos:
    8
    Género:
    Hombre
    Wow, realmente un verdadero poema, tu mundo tu vida. Espero que no dejes que tu mundo se hiele. Saludos
     
    #2
  3. rodolfo garcia

    rodolfo garcia Invitado

    sutil regalo poetico
     
    #3

Comparte esta página