Algo como un espejo, trocitos de un espejo

Fue mirar el sueño, siete horas, siete días,
fue haber dormido en un charco azul, de sangre azul,
porque cuando sueño soy un príncipe,
aunque ronqué, aunque quizá blasfeme dormido.

Fue encontrarme en una pared,
una muy oscura y sin ventanas,
fue estar podrido por fuera y muy limpio por dentro,
fue ser un torrente y bañar la atmósfera con silencio.

La piel más blanda que de costumbre sirvió de raíz,
parecía que no pertenecía aquí o allá.
Cualquiera hubiese tenido miedo,
yo sin embargo, buscaba un espejo, los trocitos de un espejo.

Conmigo, la cara de una cáscara aplastada,
sin mi, los collares, las perlas de la excelencia para las mujeres.
Conmigo, un trance, un ir de desiertos en pena,
sin mi, ella, vos, cualquiera que lea en secreto.

El sol lo tengo impreso en la nariz,
a veces soy bello.

Hay un ruido de vida, de pájaros enfermos de vida,
a pesar de ser domingo hay autos que van y vienen y me despiertan,
son las cuatro de la tarde, son las mil seiscientas lágrimas de sueños que no voy a interpretar.

Odiaba despertar, odiaba tener hambre al despertar.