Algo que contar-.

Como un torrente de inspiración

y asesino de ilusiones,

o como una carta que no milita

en ninguna baraja.

Una sombra en el palacio de enfrente,

un testaferro que ignora las leyes,

un juez que insiste en su inocencia,

un toro miura que practica la endogamia.

Como un sombrero pendiente de absolución,

como una reina de ases metida a prostituta,

una fábrica de chocolate que hiede a neón,

una ficha de dominó caída encima de la luna.

Un bambú corroído por el viento,

un alfiletero desusado con el tiempo,

un cangrejo de patas asustadas

un libro castigado en el recreo.

Un globo terráqueo de algún bazar polvoriento,

la Habana transformada en un museo, la escritura

de mi amigo Ángel, los versos sueltos y las visitas

en blanco de doña Urraca.

Los sonidos discretos de un patíbulo doméstico,

la alcantarilla amaestrada, la cisterna embriagada,

el cuerpo acantonado tras las rejas de la ciudad,

el depósito medio lleno, la luna al asalto del cielo.

Los manglares de Cuba acechados por gorilas,

las narices del cura acusado de lascivia, los relojes

metidos a demonios y cubriendo el tiempo de líquenes,

las viudas negras, el sueño del mono loco.

©