Algo que el masturbador olvida

La noche es fiesta de cloacas
cuando la lluvia del pensamiento laxo asciende hasta la luna;
Las avenidas y las mujeres sin estrías se desnudan a cierta hora,
con cierta gente. Hay ventanas que cubren todos los misterios
pero hay tantas que no existen y son tan bien recibidas.

Las sábanas suelen mentir cuando están muy limpias,
respirar, hinchar el aire sin melancolía es un absurdo,
todos quieren que los cabellos los aten y quieren multiplicar su lengua;
No es que el poeta sepa más de estos asuntos
solo porque pueda expresar todas y cada una de sus emociones, redenciones.

Hay rostros que son techos extendidos y distendidos,
nunca los miras, nunca te detienes a perpetuar su nariz en el foco del cuarto apagado,
nunca pero absolutamente nunca intentas con una pinza quitar sus males,
porque no te importan, porque es solo un suelo donde vas a morir con tu semen.

Poeta, lo que tanto te preocupa no tiene nada que ver con el tiempo, el sol, o la luna,
tu siempre piensas en el vientre, en que tu mujer tenga el ombligo de todos los astros,
y esta bien si no lo consigues, porque seguirás en su búsqueda,
y esta bien si lo consigues, porque te quiero, porque eres triste y bueno.

Mirar tantas botellas vacías te hace perfecto,
el alcohol y la tierra en tus ojos es la única vida que hechiza.
Están tan lejos los poderes terrenales que en el limbo de los no sucesos
hay muchas ellas dispuestas a una vida vacía y sin compromiso.

En algún rincón del cuerpo óseo vas a necesitar una esperanza,
girara el mundo mientras masturbas un mundo
y tan atestado estarás de lo blanco, que de negro vivirás sin luto.

Quiero jugar a las cartas contigo, y con un espejo,
mirarnos mentir, reflejarnos entre mentiras nos dará el humo que necesitamos
para sentarnos a descansar en amor a la paz.