Aloénticos siempre

Existen dos objetos que fluyen e inundan mi vision,
dos momentos inexplicables de complejidad y armonía,
dos fragmentos de una constante emoción,
dos deidades que me ilustran con sabiduría.

Dos sonidos que sujetan en sus vibraciones mi razón,
dos sabores que refinan su sazón con dulzura y delicia,
dos placeres que fomentan el gustar de la vida eterna,
dos visiones a una situación futura de amor y alegría.

Son una presencia de tranquilidad que se estremece por mis sentidos,
son la chispa que hace correr velozmente mis latidos.
Son la voz de un "te amo" fijado en un boceto basto y dispuesto al fresco
que rodea la estética de la idea que crece en mi mente delirante al mas bello soneto.

Son mi filosofía misma reflejada en dos palabras, que en una expresión
demuestran la duda de descartes, la dialéctica de Hegel,
la fenomenología de Husserl, la hermenéutica de Gadamer,
el amor de Frohm, la contradicción a Frankl, y el sentido de mi ser.

Son dos ventanas asomando al jardín de mi esperanza,
son mi dogma, mi fe y mi albedrío.
Son la antítesis a la duda de mi enigma de mi insistente deseo por mirarlos,
y caer en la verdad de que se encuentran al final de mi camino.

Son la estructura del acorde dominante,
cada grado del iris perfectamente matizado;
y cada matiz de su époge intencionalmente colocado,
adherido al molde de su timbre dichosamente creado.

Y su esencia, fiel a la dulzura de un fruto cubierto erróneamente por una corteza;
leal a la flor engañosa que tiene escondida su belleza;
y similar a la estrella que en la distancia
me ilumina y me deslumbra en su fuerte devoción,
y de cerca seguramente me ahoga en olas de fulgor y de calor.

Son dos ojos que dominan mi sentidos,
que me devuelven en una mirada mi pasión,
que hablan con la profundidad del mar en el que se encuentran sumergidos
y que disfruto tanto convertirlos en mi delirio y mi total atención.