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AMANECER - Capitulo I - Prologo de un recuerdo

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por LeGaQui, 22 de Marzo de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 975

  1. LeGaQui

    LeGaQui Poeta adicto al portal

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    I
    Prologo de un recuerdo

    Lo vi caer al suelo, de una manera lenta pero a la vez brusca, su cuerpo cayendo de costado, quedó tendido entre la vereda y la pista. Aquel sonido ensordecedor pudo haberse escuchado por toda la ciudad. Un disparo, una sola bala de la magnum que poesía aquel hombre alto, que tenía un pantalón de vestir gris oscuro, una chaqueta del mismo color y un sombrero; de porte atlético, parecía un caucásico. Yo estaba aterrada, asustada. Logre ver todo desde un pequeño agujero que había en la pared de ladrillo de un almacén abandonado. Mi miedo era tan terrible y fuerte, que él pudo haberme escuchado, giro su cabeza hacia donde yo estaba escondida y pude ver sus ojos oscuros, su mirada profunda clavarse en mis ojos y leer el miedo que me invadía. Me tape la boca, me senté y me puse a llorar, ahí donde me dijo que me quedara y lo espere.

    Recuerdo que hace unas horas estábamos en el departamento que se acababa de comprar (hasta después de su muerte pude saber cómo), me invito a cenar ahí, tomamos vino, fue tan dulce y romántico, que terminamos haciendo el amor en su cama. Sus ojos me gustaban demasiado, más cuando estábamos en la cama, aprendí leer en sus ojos el placer máximo que disfrutaba conmigo, y entendía perfectamente lo que deseaba con tan sólo mirarlo; en un instante estaba encima de él, gozando con él el amor que sentimos, cuando siento que el goce lo estaba llevando al clímax total, estaba por venirse, lo sentía, y así fue, sentí que me llenaba con su pasión, con su lujuria, con su amor; a mí me faltaba poco, unos segundos, un instante a lo que sentía en esa situación, cuando sonó el maldito teléfono. Él se detuvo de golpe y estira su mano donde había colocado su celular, le golpee el pecho, lo maldije, pero él siguió en su propósito y consiguió agarrar el maldito teléfono. Termine por tirarme en la cama y echarme en su costado, dándole la espalda, mientras que el contestaba su celular. Aló, ¿qué tal?, si estaba esperando tu llamada. ¿Cómo piensas eso? te di mi palabra, pero necesito más tiempo. ¿Cómo que no puedes dármelo? Prometí darte tu dinero, pero necesito más tiempo. ¿Cuánto más? Un par de días o más, seguro para la otra semana. ¿Qué, es mucho día? Si yo se que ha pasado un mes, pero ahora sí. Hablar ahorita, estoy en mi casa, con mi novia. No. No vengas. Ok. ¿Donde quieres que nos veamos? Dentro de una hora. ¿Dónde? En la AV. El porvenir S/N donde los viejos almacenes, cerca al puerto. Está bien iré allá. Aún permanecía de costado en la cama, me había tapado con las sabanas. Sentí que se levanto y se sentó en la cama, y pude notar que se agarraba la cara con las dos manos, porque su respiración era corta y pausada. No quería ni mirarlo. Ni hablarle. Lo odiaba. Sus manos toco mi hombro, luego fueron sus labios, un “lo siento” no era suficiente, yo estaba enfurecida, con ganas de matarlo. Tendrás que levantarte de ahí quieras o no. Vamos a salir. Tengo que hablar con Rodrigo. De nuevo se sienta, pero esta vez al pie de la cama y escucho que se cambia. ¿Yo que tengo que ver lo que tienes que hablar con Ricardo? ¿Qué, te olvidaste que fuiste tú quien me presento a Ricardo? Pero ¿Qué tengo que ver yo con tus líos con él? Todo lo que he hecho, todo lo que he conseguido ha sido por ti, para ti. Su voz fuerte, esa voz fuerte, cada vez que grita siento que me debilita. Tú no puedes comprender ni un poco de todo lo que está pasando. Me presentaste a Ricardo, le pediste que me dé una ayuda con el Taller, y lo hizo, pero ahora tengo que saldarle la cuenta. No entiendo de lo que hablas. Me prestó dinero y es hora de pagarle y me acompañaras, pero no lo veras, no hablaras con él. Ahora si estoy confundida. Te lo diré en el camino, ahora ponte la ropa, vamos a salir. Veía como se cambiaba, se abrochaba el pantalón, se ponía los zapatos, ser abrochaba la camisa, mientras que yo también tuve que hacer lo mismo, cambiarme, vestirme por completa, no entendía por qué esa actitud, ahora entiendo todo, y se donde empezó todo esta historia.

    Fue hace más de 3 meses, en el cumpleaños número 33 de mi hermano Carlos. A pesar que era mi hermano mayor por 8 años, yo siempre fui su adoración y creo que por eso me invito a su fiesta, y no a mis otras hermanas, la que realizo en la casa de su amigo Javier, Javier Mesías, su amigo de infancia, y compañeros de clases hasta la secundaria. Tenía una casa enorme, no era de lujo, pero el solo logro construirla, era de dos pisos, con más de 4 habitaciones, la sala principal o el living era muy grande, cabía mas de 20 personas, el patio trasero era hermoso con piscina incluida. Y ahí estaban todos, todos los amigos de mi hermano Carlos (Él se dio el lujo de festejar su cumpleaños primero con la familia), amigos de infancia, amigos del barrio, de la calle, del colegio, de la universidad y algunos de su nuevo trabajo, no podía quejarse le iba muy bien socialmente a mi hermano. Tragos por todo lado: Cerveza, ron, vino, Whisky, el humo del cigarro contaminaba toda la casa, algunas parejas se excedían en su comportamiento, todos bailaban desenfrenadamente, se comportaban como unos adolescentes alocados, jóvenes recién liberados de la presión o prisión de sus padres, aunque la mayoría de los presente si lo eran, ese comportamiento no era muy digno y maduro para la edad de algunos, pero se divertían de lo lindo, de lo grande. Mi novio Gabriel y yo, estábamos sentados en el sillón del living, cuando vimos llegar (ya unas horas avanzada a la fiesta), a Ricardo, Ricardo Rodríguez; Vestido formalmente, con su terno azul oscuro, una camisa blanca y una corbata que causaba risa, pero más risa causaba aquella sonrisa tan dulce y varonil que siempre sabia demostrar, su reloj que se comentaba que le costó más de 5 verde, su sortija de oro y la cadena, que todos aseguran que lo compro en Berlín, alrededor de su cuello. Los pasos que daba era seguros, firmes como el mismo lo demostraba. Tan alto y fuerte por lo atleta que siempre ha sido. Un conquistador innato, manejaba un lenguaje coloquial extraordinario, un buen amante (me consta eso, yo también cometí el error de caer en las redes de sus palabras), y por lo mismo un mujeriego. Un día se hizo millonario, por decirlo así, de la noche a la mañana, su padre era dueño de un grifo que estaba por irse a la quiebra, pero cuando su padre murió él se hizo cargo y ahora tiene 2 grifos, una empresa de taxi que brinda servicio en la ciudad, talleres mecánicos y dos camiones de cargas, ya por comprar dos más. Nadie logra explicarse como ha conseguido todo eso, muchos dicen que ha sido más audaz e inteligente que su padre que era un alcohólico y apostador (Ricardo no era ni uno ni el otro), y otras malas lengua dicen que está metido en cosas malas, pero no hay prueba de ello, no se le puede acusar de algún delito cuando no se tiene la prueba de que lo estaría cometiendo. Parado aun en la puerta de la casa, se quita el saco y lo cuelga en su hombro. Uno de los camareros que contrataron esa noche, le ofreció guardarlo, cosa que él no dudo. Levanto la mano y me saludo con esa sonrisa, que ya yo la había odiado hace mucho tiempo, pero siempre guarde una pequeña amistad con él, ya que era amigo de infancia de mi hermano, y lo ha ayudado (antes que él sea dueño absoluto del grifo), en muchas ocasiones y lo ha defendido en tantas peleas, eran como hermanos. Iba acercándose hacia a mí, cuando mi hermano lo ve y lo detiene para saludarlo con una alegría, y no era para menos era casi más de 3 años que no se veían, y se lo llevo al patio. Pero Ricardo, me miro como diciendo, luego hablamos.
     
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    Última modificación: 22 de Marzo de 2010

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