Amarillista.

Mi hijo me condena: ¡amarillista!
porque solo comento de las muertes,
pues se encuentran a diario a los inertes
con muestras de tortura, larga lista.

No puedo separar de ahí la vista,
me sorprende, me angustia – te perviertes-
dice, -¿por qué no vas y te diviertes?-
ve al teatro, al cine, una revista.

No entiendo que le cause indiferencia.
Tal vez así se escuda, se protege
de este gran maremágnum de violencia.

Ha de ser que padezco intolerancia.
Últimamente voy perdiendo el eje,
me muevo en un vaivén sin concordancia.​

 

Es difícil sustraerse cuando la muerte ronda por todas partes. Un beso, Luciana.

 

Sí, y es doloroso observarlo como algo normal, que no cause asombro, que no nos mueva a intentar cambiarlo. Parecemos seres ausentes e insensibles, sin consciencia. Es horrible que me digan mira hacía otra parte. Gracias, Sergio, por la lectura y comentario. Un beso.

 

Ellos no se impresionan con la muerte porque les inculcamos la violencia desde muy temprana edad. Cada uno es una bomba de tiempo.
Un beso.

 

Tienes razón, ellos no han percibido el cambio. No pueden recordar cómo era antes. Gracias por tu amable respuesta. Un abrazo.

 

Así es Marcos, lo que más me importa es que estén ajenos a esa situación y puedan salvarse de los peligros a los que otros están expuestos.
Hermosa cuarteta. Muchas gracias. Un beso.