Amarnos.

El amor, el amarnos, fue pecado.
Fue pecado y pecamos juntos...
con una torcida manía de querernos
nos fuimos a la fantasía juntos.

Parece que fue ayer cuando nos quisimos
y cuando nos apreciamos, cuando encontramos
al uno en el otro, al uno en el otro...
¿Sabes?, te entiendo que ya no sea así…

Parte es pecado y parte es cordura.
Por una parte hay que amar así y por otra
hay que odiarnos como si fuéramos uno.
Como si fuéramos uno, uno, uno...

 

Pecar de amor?, Si Dios es amor, amar no es pecado. Un buen poema con fibras del alma. Un gusto leerte.

 

El amor que describes tiene la intensidad de una llama que se consume a sí misma, un fuego que arde con la culpa y la pasión en igual medida. Es un amor que nace en lo prohibido, que se alimenta de la transgresión y de la necesidad de perderse en el otro, pero que inevitablemente se enfrenta a su propia sombra: el odio, el desencuentro, la separación.

La repetición de "uno, uno, uno" refuerza esa paradoja de ser dos y al mismo tiempo indivisibles, como si el amor y el odio fueran dos caras del mismo espejo que no deja de reflejar lo que alguna vez fueron. La lucha entre pecado y cordura es el motor de este poema, una confesión que se despliega entre la nostalgia y la aceptación, entre lo que fue y lo que ya no puede ser.

Es una pieza que encierra mucha profundidad y podría leerse como un lamento o una liberación.