Amor de avestruz.

Te pusieron de cara a la pared, y con los brazos en cruz.
Fuiste perseguido, en el patio del colegio. Yo era un avestruz.
Te habían robado la merienda, que consistía en un conjunto de galletas redondas.
Y para colmo, llueve. Antes de que te eches a llorar...


Menos mal que cuentas con mi apoyo, centollo.





Eres mi cangrejo de río. Mi ilustración del dibujante Luis Royo.
A ti me arrimo, si hace frío. En el crepúsculo de los dioses.
Cuando ya, no pueden crear más vida animal ni civilizada.
Si Adán y Eva se multiplican, se marcharían del Paraíso terrenal, esos vigilantes y santos.





Eran reptilianos, pero se camuflaban. Medían tres o cuatro metros de estatura.


No alcanzaron sepultura. Gozan de gran longevidad. Siglos y milenios, y permanecen jóvenes.
No eran como faraón, en un sarcófago, oculto en la pirámide.
Esa gente se fue en sus naves espaciales, hacia el planeta X, que es el planeta de cruce.
Que impacta, algunas veces, con algún mundo de nuestro sistema solar.


Encontronazos para un Apocalipsis y diluvios con olas gigantes, o tsunamis.


Revelación...
Querido amigo, mereces servir. Mereces aprender a escribir.
Mereces alfabetizarte y enseñar.
Mereces ser profesor. Como los ángeles caminantes, vigilantes y santos.

 

Menudo comentario. Parece que te derrites, colega.
¿ Qué has querido decir ? Que tienes miedo...
Bueno, no te preocupes. ¿ Sabes qué es lo importante ?
Que la avestruz te bendiga.