¡Amor, sé tú!

Como en un haz de lumbre presurosa
llegas, amor, de llama en pedrería.
Pero ¿cuánto fulgor por tu travesía
perdurará en la luz que en ti se posa?

Se agazapa un espino tras la rosa,
y el bordón que equilibra tu alegría
tendrá que macerar el alba un día
sin la hoguera que esplendes generosa.

Porque se curte tu verdad en roble,
sin sed de luminarias en tu brega
ni alumbramientos de oropel oscuro.

Porque en tu ser el talismán más noble
es el incendio abierto de la entrega
y ungido en el dolor que te alza puro.

 

¿Qué queda, Felipe, qué queda de la llama sino cenizas? Un soneto moral acerca de la vanidad que no menciona.

Algo en la sintaxis del segundo terceto me llama la atención:

Porque en tu ser el talismán más noble
es el incendio abierto de la entrega
y ungido en el dolor que te alza puro.

Mi duda surge a partir de la conjunción «y» del último verso: parecería que lo «ungido» es «el talismán», en cuyo caso la conjunción parece sobrar; el paralelismo que la conjunción pretende me lleva a ver si esta puede unir a los participios «abierto» y «ungido», pero encuentro entonces un obstáculo en la preposición «de» del segundo verso del terceto. Algo raro hay, ¿no crees?

abrazo
j.

 

Mucha gracias, Mirador, por tu lectura.
El "incendio de la entrega abierto y ungido" es como lo planteo...
Te agradezco mucho tu comentario.
Un abrazo.
Felipe.

 

Gracias, Felipe. Un hipérbaton extraño, en verdad.
abrazo
j.

 

Perdona, Musador, en mi mensaje anterior creo que he puesto "Mirador" por error.
Recibe toda mi consideración y afecto.
Felipe.