AMOR SECRETO (Sonetos)

Cuentan los rasos vuelos de vencejos
rajando el aire, sangre en luz herida,
que la pasión en fuego concebida
tiende a morir de amor tras los festejos.

Que las promesas nunca llegan lejos,
que su labor florece ya vencida.
Antes que pueda abrir la boca henchida
de este temor y darte a ti consejos.

Las alas de esas aves van cantando
que ese fulgor fugaz es vil patraña,
y son danza afilada destilando

Cada razón y ardid con alma extraña,
punto por punto, vuelan demostrando,
los mil detalles de esta cruel maraña.

El corazón ya nunca escucha nada
desde su incendio pleno en primavera,
y a nada atiende en su blindada esfera,
y nada duele en su feliz morada.

La sensatez fenece deshojada,
sobre la rendición que la lacera
en su terriblemente lenta espera,
del momento en que sufra la estocada.

Trizando la ilusión que se acumula,
en la felicidad de ambiguo ensueño,
que en su embriaguez la realidad anula.

Derrama sus espinas sobre el sueño.
Sólo su nombre tácito deambula,
y de todo lamento se hace dueño.

Pero tu corazón irá latiendo,
sólo por cierta inercia al no aceptarlo,
intenta agraz destino, soportarlo,
mas respirando, fuerza va perdiendo.

No hay más camino que seguir sintiendo
y sin actos que puedan aplacarlo,
tizón que parte el pecho al arrancarlo
sin albergar valor, vencer perdiendo.

Palabras que en la sombra azul cayeron,
letras que fueron hiedra en mi universo,
pedazos de mi aliento que murieron.

Que violan nieve virgen, papel terso,
como algas que en las rocas se adhirieron,
tatuajes que al final tornaron verso.

Hablemos de ese amor que tú perdiste,
del paraíso azul que se ha llevado,
de lo que el tiempo necio te ha robado,
de tanta vida en sueños que invertiste.

Arduo dolor que al alma cierne triste,
sus lágrimas llovió por mi costado
y abrasa sobre mí cual río helado.
Hablemos pues de ti porque sufriste.

Jamás podrás saber cuanto te amaba.
Esta amistad que dulce protegía
una canción en flor sutil guardaba.

Y por vivir de ti, sin ti moría.
Ahora dime mi amor ¿Por quién lloraba?
No sé qué corazón lo merecía.