Amor y magia.

Siempre hemos ido los dos, juntos, en la baraja de cartas.
Nos casamos y fuimos felices, repartiendo trozos de tarta.
También parecemos palillos de dientes, que forman estrellas muy vulnerables.
O servilletas que se beben el aceite de oliva que cae de la alcuza o pequeña jarra metálica.


Te beso y te admiro, libando la flor de tu mejilla.





El mago está repartiendo sus naipes.
Es nuestro oficio, sobresalir del taco.
Porque José es Pepe, y Francisco, Paco.
Más vale resumir que presumir, ¿ Verdad, delicadeza hecha persona ?


Se asombra el público respetable. Yo, 10 de corazones, me destaco.


Nuestros hijos juegan a policías y ladrones. Los más pequeños hacen girar sus trompos.
Guardo aquel saco de canicas que me regalaste, por mi cumpleaños.
Nuestra vida transcurre, grácil, como las gacelas africanas, frente a los leones.
Y no podemos quejarnos. Enterré el hacha de guerra, al darme cuenta de que no soy importante.


Solamente, talentoso. Ya, nos guarda el prestidigitador e ilusionista, en un estante.

 

Gracias, amigo. Hoy sí te comprendo.
Lo has clavado. Has acertado, con tu breve comentario.
Celebro que estés más agudo.

 

De todo un poco veo por aquí, en esta intensa composición, aprovecho para dejarte un saludo afectuoso de usuario Jesan que me pidió te lo diera en su nombre, grato leerte

 

¿ Jesan ? Me trata con mucho cariño, habitualmente.
¿ Está vivo ? Pobre país de México.
Y me alegro, Marian, de que consideres oportuno este poema.
No obstante, sé que toda obra literaria es mejorable.
Salvo, quizá, las novelas de Michael Ende. Je, je, je.

 

El amor se desarrolla y crece en lo cotidiano y en las cosas sencillas de la vida, esto es lo que me sugiere tu bello poema amigo Nommo. Un abrazo. Paco.