Aniversario

Lleva un coqueto sombrero verde
sobre los cabellos dorados,
y un lindo vestido lleno de florecillas blancas.

Sus ojos, dos puntitos brillantes,
parecen mirar un futuro lejano
con impaciencia y esperanza.

Hoy hace treinta años que está conmigo.
No ha envejecido su mirada
ni ha perdido su ilusionada expresión.

¡Quién pudiera, como ella,
ser una muñeca de trapo!

 

Encariñarnos con un objeto, darle atributos humanos, sí, debe de estar pasándola muy bien en este, su aniversario.
Muchos saludos.

 

Encantador y lleno de ternura. Un placer pasar. Besos y estrellas.

 

Que bonita compania has tenido por estos 30 anos. Feliz aniversario tambien a ti, por ser tan fiel a tus afectos. Un abrazo lleno de ternura. tu amiga: ISABEL

 

Tú lo sabes, los objetos suelen ser también símbolos... ¡representan y evocan tantas cosas!

Gracias por tu visita, Parix.

Un abrazo

 

Gracias, Lore. Me alegro de que te haya gustado.

Un placer recibirte.

Besos

 

Gracias, querida Isa, por dejar huella de tu paso.

Cuando los afectos son sinceros, llegan al corazón para ocuparlo y residir en él de por vida.

Un inmenso abrazo

 

Cálidos versos mi querida Magdalena, la mirada y la ilusión van de la mano, nunca deben envejecer.
Besos y un abrazo... feliz aniversario.
Dejo estrellas bajo el sombrero verde.

 

Gracias, querida Mar, por tu felicitación, por tus estrellas y, sobre todo, por tus afectuosas y bellas palabras.

Muchos besos.

 

Las muñecas de trapo, no viven, sobreviven sin amar, sin sufrir, allí está la verdadera vida, nacer, crecer con todos sus contratiempos y morir.

Es como querer ser siempre niños, al menos los que fuimos felices en esa etapa, pero la vida continúa.

Nostalgias en tus versos mi querida Magda, pero bella.

Un beso con lluvia.
Daniel

 

Sí, a veces caigo en la tentación. Pero tienes toda la razón, Daniel, más vale el dolor que la nada:

"Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...

¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero,
a lo largo del sendero...
-La tarde cayendo está-.

En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día;
ya no siento el corazón.

Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.

La tarde más se oscurece;
y el camino se serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.

Mi cantar vuelve a plañir:
Aguda espina dorada,
quién te volviera a sentir
en el corazón clavada".

A. Machado.

Un beso.