Ante la infinidad

Tengo tras el pensamiento,

luces eternas blancas,

y gusto de hacerlas flotar,

por lo efímero de mis entrañas.

De mi sueño se apoderan, a veces,

arrancadas de la plenitud,

también, esas bellas damas blancas,

que beso lloroso bajo las sábanas.

Lloroso por no entenderlas,

por tan sólo entreverlas,

porque en la realidad urbana,

es difícil contener las lágrimas.

Pero un corazón de lucha,

y tiros perpetuos de amor por mi alma,

dicen, con sonrisas:

¡Dementes luces blancas,

nunca me daréis caza!

 

Llorar puede ser gratificante para soltar tensiones en ciertos momentos si perdura en el tiempo se puede convertir en enfermedad. Yo espero que a mi no me de caza.
Saludos y feliz jueves.