Ante los restos.

Los restos de la arena de la vida
se elevan como pájaros silenciosos,
vueltos carne en su forma desgastada.
Ya en su uso terminal van levitando.
Al parecer no les queda resiliencia
para pesar, un poco más que el leve aire.

Por donde pasan, sin embargo,
trinados se escuchan desapercibidos;
y diversas melodías se entrelazan
circundantes, a la des armonía del cuerpo infringido.

Y las nubes que celestes,
hurtándole filamentos de un blanco pulcro
a la nieve que por ahora es impresente.
Esta podría llegar a su día y a su rumbo,
con la misma naturaleza, con que escápanse del frío
las miles de gaviotas, emigrando
para liberarse de un duro invierno.

Ráfagas del aire, por ahora, que se quedan sostenidas,
como absorbiendo del suceso
hasta las más últimas medidas...
se afanan para llevarse al fin los restos.

Una estática maceta, sin su planta, retiene la árida tierra;
que en proceso similar, se ha abandonado de su ser en su interior.
El agua se ha escurrido, y en su estado redentor...
va eximiendo así los restos.

Qué irredento ese cactus, con una inusual flor;
anaranjada con espinas blancas.
En una materia aforme, pero muy interesante;
como muestra de lo impredecible
que puede ser la vida,
y de lo que ser no puede...
como una imperfecta carambola de dos bandas.

070218.- (del Poemario: Variantes de la forma imprecisa).

 

Primaveras que a veces se desvían hacia otros rumbos, pero ahí vive la esperanza. Gracias estimado Maramin.