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Aquella niña.

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por arturo10, 23 de Agosto de 2008. Respuestas: 0 | Visitas: 1102

  1. arturo10

    arturo10 Poeta recién llegado

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    2 de Agosto de 2008
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    Género:
    Hombre
    Tarde colorida de abril, bajo el cielo despejado, aquella muchachita pálida
    y enfermiza en el suelo suspiraba; con la triste ilusión, de que un noble corazón,
    ponga en sus manos una ayuda, a cambio de una humilde bendición.
    pobre niña resignada, débil por el hambre y con su triste mirada, ya no extiende
    su pequeña y polvosa mano, solo espera quietecita, con un vaso roto a su lado.
    Las personas, solo pasan cerca de ella, la ven de reojo y muchas no se molestan en
    darle una moneda, moneda que podría convertirse en su alimento, moneda, que podría quitarle el hambre aunque sea por un pequeño momento.
    Son escasas, muy contadas, las personas de noble corazón, las que se toman unos segundos para en su humilde vaso depositar, una pequeña esperanza de salvación, una pequeña muestra de solidaridad.
    Sufrimiento expresa el rostro sucio y el cabello despeinado, de esta tímida niña que el corazón de muchos ya ha tocado.
    Pobre niña huerfanita que felicidad ha dejado de sentir, para vivir no tiene otro remedio que limosna en las calles pedir.
    “¡una limosnita por favor!, para poder desayunar, pues mi hermano sola me dejo, y no tengo que comer ni que tomar”; era la frase que por las mañanas esta niña repetía, pero cada persona que cerca de ella pasaba, solo la oía y lejos de ella suspiraba.
    Sin una cama en la cual dormir; sin una mesa donde comer; sin un techo que la pueda proteger; sin un abrigo que del frio la pueda cubrir; solo el suelo, una sabana y las estrellas del cielo, es la realidad que vive esta niña en este pequeño pueblo.
    Los días de invierno que ella vivía, eran interminables y castigadores, eran los días en los que menos la niña comía, y en las noches no cesaba aquella triste melodía, de la lluvia azotando aquel techo maltratado, bajo el cual la niña se pasaba refugiando.
    Y aquellas noches heladas, eran noches que la torturaban, pues su única sabana, el calor del todo no le aseguraban.
    Es difícil de describir lo que día a día ella no deja de sufrir; pero hay algo en ella que no podemos dejar de admirar, y es que su corazón es fuerte y aguantador, y esta muy lejos de poderse quebrar; pues la fe que esta niña tiene en Dios, nunca se va a terminar, es su razón de vida, razón de ser y fuente de respirar.
    Por eso su sufrir no será para siempre, éste, algún día en el Cielo ha de terminar.
     
    #1

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