Aquellos apasionados amores de Verano

Recuerdo perfectamente el día en que te conocí. Fue hace ya veinte años; yo entré en aquella tienda de artículos para la cocina y, allí estabas tú, con tu cara radiante y resplandeciente como el Sol. Eras de cuerpo menudo, muy menudo pero esbelto y con unas curvas que invitaban a poseerte salvajemente. Entonces tú me miraste y, al momento supe que estábamos hechos el uno para el otro.
No lo pensé dos veces y me fui a por ti como si no hubiera en todo el mundo algo más importante que tú, y la verdad, en aquél momento para mí no existía nada que pudiera superarte. Yo te comenté que nuestra relación sería solamente por interés y, tú sin dejar de resplandecer, estabas de acuerdo conmigo. A mí siempre me ha gustado dejar claro mis intenciones en este tipo de relaciones; lo decía directamente, sin tapujos ni falsas hipocresías para evitar algún malentendido.
Y nos fuimos a toda prisa para mi casa con la intención de que demostraras tu valía; yo necesitaba una buena cocinera y, tú tenías unas excelentes referencias. Y vaya que si las tenías, pues te movías por entre los fogones como si llevaras toda la vida en ello. En un momento preparaste unos suculentos platos que me volvieron loco.., estaba claro que eras una profesional. Aunque, eso sí eras un poco guarrilla, pues dejaste la cocina sucia y con aceite por todas partes por lo que he tenido que estar dos largas horas limpiándola.., pero no me importaba; tenía lo que tanto deseaba.., aquello sólo eran pequeños e insignificantes "daños colaterales". Los dos formábamos una buena pareja; tú cocinabas y yo de vez en cuando te metía mano ya fuera desimulando o, directamente a destajo. Aunque tú tampoco te quedabas corta; la cocina era tu territorio y en ese salvaje lugar, te transformabas en una auténtica bestia fogosa e insaciable.
Los años fueron pasando rápido, muy rápido diría yo; de repente las cosas empezaron a ir de mal a peor.., estaba claro que algo estaba pasando y, yo no sabía que podía ser. De hoy para mañana tus guisos ya no sabían bien.., o estaban a medias de hacer o, demasiado "chamuscados".Recuerdo que en una ocasión se incendió la cocina y tube que llamar a los bomberos. Vaya mal que lo pasé cuanto les expliqué que habías sido tú la culpable y, entonces, todos se quedaron mirándote. He tenido que reformar la cocina gastando todos los ahorros en ello. Yo no entendía la situación, pero estaba claro que aquello estaba minando mi confianza en ti.
Un día que volvía para casa, acerté a pasar por aquella tienda en donde te conocí y sin saber cómo entré en ella. Fue entonces cuándo la vi.., la verdad es que era imposible no fijarse en su figura pues tenía un cuerpazo de escándalo y aquella especie de visión celestial, hizo que me enamorara de ella al instante. Nunca había visto algo parecido.., yo estaba embriagado y, al mismo tiempo, sediento de su amor. Cuando ella hizo una demostración de su valía.., me entraron ganas de poseerla allí mismo a vista de todo el mundo; tal era mi fascinación por sus encantos. En ese momento lo tube claro; ella era todo para mí.., por lo que lo he decidido.., lo nuestro se ha terminado. Todo tiene un final y, lo tenía claro, esa hermosura ocuparía tu lugar.
Ya sé que no te importa nada de lo que te estoy comentando, pero tengo que decírtelo sartén de mi vida; me he enamorado perdidamente de una freidora de aire y.., claro los tres somos multitud. Será mejor que te vayas.., aquí ya no hay sitio para ti.