Arlequines

En un primer instante, pensé estar ciego. Una oscuridad absoluta reinaba en este sitio.
Derepente, una poderosa luz, a brillar comenzò en torno mio. Ellos estabàn aqui, bailando a mi alrededor. Riendo a carcajada limpia, como si viera sido el festejo de su ultima réunion.
Nada viera podido perturbarlos.

Retorciendose al ritmo de su alegria, intercambiaban con destreza sus naipes, provenientes de sus bolsillos. Cojidos de los brazos, dansando a un solo compàs, si de pronto se separaban, era para reunirse inmediatamente a otro compinche. De pronto, saltaban por encima, uno del otro. Sus saltos eràn desmesurados.

Asombrado de tal espectaculo, me peñisque el brazo. La nesidad de constatar si estaba despierto o dormido, era nesesaria.
Tal humano, incrédulo fui, delante de esta magica apariciòn.
Era el unico testigo de éste acontesimiento, poco usual a contemplar.

Las sorpresas se multiplicaban, lo que me hizo sentir que de pronto todo mi cuerpo se immobilizo. Uno de los arlequines me cerro la mano, al mismo tiempo introdujo un mazo de naipes en el bolsillo derecho de mi pantalòn. Sin soltarme me preguntò : Dònde estabas tù ? Hace tanto tiempo que tu presencia anhelabamos !
De un movimiento brusco pero en absoluto con maldad, me jalò hacia él, y me dijo : Ahora, aproximante y has parte de nuestro baile !

Esta danza se hacia llamar el baile de las inspiraciones mortales. De esta apelaciòn, el significado de sus cartas.
El porqué del cuidada extremo que ellas beneficiaban.
Cada una de ellas representaban la confianza individual, las esperanzas de cada uno. Del recién nacido hasta la dulce vejez.
Este juego representaba, la inspiraciòn colectiva de la humanidad.

Esta era la razòn por laquel el lugar de este mundo era tan distante al de los terricolas. El porqué de una inaccecibilidad casi imposible.
La aura magnifica que envolvìa estos serés fabulosos, provenìa de la brillante maestrìa de como manejaban sus cartas.
En el destello de sus ojos se podia apercibir el altruìsmo y amor incondicional entre ellos. Su presencia iluminaba,la oscuridad del bosque.

El desdichado que perdìa sus cartas, el perdòn no existia. El serìa inmediatamente sentenciado al destierro. Su regreso à su mundo original : La nada !

Esa tarde, en el corazòn de aquél bosque, el sentimiento de vivir plenamente, me invadio.

 

Excelentes letras de una página maravillosa de emocionante inspiración.
Jorge Lemoine y Bosshardt, "Estrella Máxima" de Mundo Poesía.