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ARPA DE LLAVES

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Raven, 17 de Abril de 2006. Respuestas: 3 | Visitas: 1088

  1. Raven

    Raven Poeta fiel al portal

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    7 de Abril de 2005
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    [center:c239d40da4]Mi nombre es William Odgred, y soy natural de Dover, Inglaterra. Mi pasión por la lectura y las artes son lo único verdaderamente reseñable sobre mi persona. Por supuesto que también me dedico a otros menesteres, pero no serían éstos muy del interés del lector. Cabría decir también que mis gustos divergen considerablemente de aquellos comunes entre mis coetáneos. En cuanto a la pintura, mi autor favorito es sin duda Francisco de Goya, a mi forma de ver el más brillante pintor del siglo pasado. Por supuesto Géricault es también magnífico (por citar algún nombre contemporáneo), pero nadie jamás ha sido capaz de igualar a Goya. Nada más entrar a mi casa lo primero que se contempla es una réplica magnífica del lienzo en el cual el titán Saturno devora a uno de sus hijos. ¡Qué violencia! ¡Qué desgarro! ¡Y cuán hermosas resultan estas cualidades administradas tan sabiamente como sólo el pulso de semejante genio ha sabido concebir! Referente a la lectura, mis obras favoritas se reparten entre las tragedias de Eurípides, y el trabajo de autores tales como Jane Austen o Francis Bacon. De seguro se habrá percatado el lector sobre de mi atracción morbosa hacia lo bizarro y arabesco. Es un don singular propio, el hecho de percibir belleza y armonía entre este tipo de lecturas. Un don escasamente compartido, por otra parte.
    Con el afán de buscar nuevos textos indagué en mi biblioteca particular y encontré un libro del cual aún no he llegado a salir. Un libro de mitos y leyendas relativos a una pequeña ciudad situada en el centro de la península ibérica. Una ciudad llamada Toletum. Sobre Toletum podría escribir muchas cosas relativas a su Historia y situación geográfica, pero no es ése el punto que querría destacar en mi relato. Éste lugar fascinante está plagado de historias increíbles, infestado de relatos, narraciones y jarchas que van de lo macabro a lo puramente hermoso. Al cabo de pocos meses había devorado todo cuanto pude encontrar en referencia a Toletum, y tomé la firme resolución de ver el lugar con mis propios ojos.
    El viaje en barco y luego en tren se me hizo corto y ameno. Pero al mismo tiempo ardía en deseos de visitar aquella ciudad que había cautivado por completo mi imaginación. Y no me vi defraudado, Toletum era una urbe detenida en el tiempo. Paseando por sus callejuelas y escondrijos, uno puede verse en mitad del siglo XV. La ciudad está formada básicamente por calles estrechas y lúgubres. Cada esquina, cada adoquín y cada piedra traían a mi memoria las fascinantes historias que había leído, transportándome a un mundo completamente mágico del cual ni propio Heracles en toda su gloria había sido capaz de mantenerse al margen. Duendes, demonios y trasgos acechan en cada rincón ante la indiferencia de unas gentes que parecen obviarlos, como dando por sentada su presencia de hace siglos. De hecho, me dio la impresión de que yo mismo, como extranjero, resultaba más extraño que aquellos seres fantásticos. Callejeando llegué hasta la plaza principal, donde están representados los tres poderes legislativos. Era este un espacio abierto rodeado por enormes moles de piedra, majestuosos edificios erigiéndose altivos con toda su pompa. De entre estos debo destacar uno en particular, el cual paso a describir detalladamente:
    La espléndida catedral de Toletum fue iniciada en 1226 sobre el emplazamiento original de una catedral visigoda y de una mezquita (la antigua Mezquita Mayor), y es una de las más grandes de la Cristiandad. El retablo es de estilo gótico flamígero, encuadrado en el gótico clásico, rozando casi la perfección. Sus dimensiones son espectaculares, la riqueza de sus naves y capillas son sencillamente sobrecogedoras. La Catedral es el corazón espiritual y sede del primado de la Iglesia Española. Las misas se imparten aún hoy de acuerdo al rito mozárabe, con permiso papal. Durante tres siglos se fue forjando esta joya arquitectónica, hasta la finalización de las últimas bóvedas en 1493. Este largo periodo de construcción explica la deliciosa fusión de estilos, desde el gótico francés puro en el exterior y diferentes estilos decorativos españoles (como el mudéjar y el plateresco) en el interior. La girola es hermosísima, con arcos entrecruzados de tipo árabe en la parte más alta. El claustro abandona el estilo francés empleado hasta entonces y adopta formas mudéjares, el denominado gótico toledano. El resultado definitivo es un amplio templo con planta de salón de cinco naves, más ancha la central y crucero no saliente pero de gran anchura, rematadas en cabecera con una magnífica doble girola, continuación de las naves laterales. Su compleja cabecera es lo más sobresaliente, por lo original de la solución, para abovedar los tramos irregulares consecuencia de la curva de la girola. Esta solución se basa en la creación de tramos triangulares y rectangulares. Los tramos exteriores rectangulares se rematan en muros semicirculares y el resto en muro plano, creando un gran número de capillas. También son destacables los arcos polilobulados y entrecruzados del triforio de la girola de origen musulmán y que a pesar de realizarse en una ciudad de gran tradición musulmana ponen una nota de exotismo en esta catedral gótica de corte europeo.
    Creo que me he exaltado debido a mi entusiasmo, y quizá me halla entretenido con demasiados tecnicismos, los cuales no dejan de ser accesorios para la historia que pretendo contar. Decir que la Catedral de Toletum luce tres portadas. La más antigua es la del Perdón, en la fachada norte del crucero, realizada alrededor del año 1300, inspirada a imagen y semejanza de la catedral de Notre Dame. Poco después, en la primera mitad del siglo XIV, se acometieron las demás portadas de la fachada principal. En este caso, lo lento de los trabajos de edificación de las naves, ha hecho que sean las menos interesantes desde el punto de vista iconográfico. Por ello, no las mencionaré más que de pasada, teniendo también en cuenta que es precisamente en la portada del Perdón donde transcurre mi relato.
    La leyenda que paso a describir es, a mi juicio, la más espeluznante de todas las que he tenido oportunidad de leer. Debe saber el lector, que durante siglos convivieron en relativa paz cristianos, judíos y musulmanes en Toletum. Esta paz se vio truncada con la instauración del Tribunal de la Santa Inquisición, la cual inició una sangrienta cruzada contra judíos y musulmanes. Fácil es comprender que judaizantes y judíos, presos de pánico inmenso, buscaran salvarse aun por los medios más rocambolescos. Así debió de surgir en el amedrentado ánimo de los cinco judíos y seis judaizantes que intervinieron en el martirio del Santo Niño de La Guardia. Y así es como se ha bautizado el mito, en honor a éste infante mártir. Parece ser que en la mente de estos judíos caló la idea de liberarse de los inquisidores mediante un extraño sortilegio nigromante, para el cual se precisaba el corazón de un muchacho cristiano y una hostia consagrada. Un día, coincidiendo con la puesta de sol, uno de los judaizantes pasó con su carro por la Puerta del Perdón. Ahí estaba un niño mendigando con su madre, una cristiana achacada de ceguera. El judío convenció al niño para que subiera al carro con él a cambio de un nuégado y unos borceguillitos. La mortuoria comitiva cabalgó hasta la Hoz de La Guardia, dehesa próxima a la ribera del Algodor. Resultaba que por esas mismas fechas los cristianos conmemoraban la crucifixión de Jesucristo, de modo que la ocasión se hizo propicia para repetir en aquella indefensa criatura la pasión de Cristo. Era la noche del 14 de Nissan según el calendario judío, e iba a dar comienzo el más macabro de los rituales. Metieron al niño en una oscura cueva, lugar dónde le extendieron los brazos y piernas en dos palos puestos a manera de cruz. Le azotaron, escupieron, abofetearon, y pusieron hierbas espinosas en la cabeza, las espaldas y la planta de los pies. Dicen que durante el tiempo que duraron las torturas el niño se mantuvo despierto y consciente, sin derramar una sola lágrima. Pero eso por supuesto es imposible, sólo creído por aquellas personas que se obcecan en la idea de que el niño era en realidad un santo mártir. No contentos con semejantes atrocidades, los judíos cortaron con violencia las venas del infante, guardando su sangre en unos odres de vino. Después, atravesaron el costado derecho del niño con una lanza, y por ahí alargaron el brazo y le arrancaron el corazón. Expiró al fin el atormentado y crucificado mártir, quien quitado de la cruz, aquella misma noche fue llevado a enterrar en lugar secreto donde de él no se pudiese tener noticia, en una heredad próxima a Santa María de Pera. El resto del relato no guarda mayor interés, creo que finalmente se llevó a cabo el rito en cuestión pero tampoco estoy seguro de los resultados recogidos. Lo demás, por tanto, es Historia.
    Aún siento escalofríos cuando me detengo a pensar en los párrafos de ésta leyenda, la cual he aprendido de memoria con inusual rapidez. Heme aquí, delante de la Puerta del Perdón, como pudo haber estado aquel niño mendigo… contemplando la hermosura de la catedral. Y mendigo habría de ser yo, pero de otra clase. No de pan, sino de una dulce melodía a la cual poco a poco comencé a prestar atención. Fue entonces cuando aparté los ojos del pórtico y busqué con la mirada el origen de aquella música angelical. Y ahí estaba ella. Debajo de un cielo encapotado amenazante de tormenta. ¡Y qué tormenta sería esta! La tormenta del más amargo de los conjuros al cual iba a ser sometido sin siquiera proponérmelo. A duras penas pude hacerme un hueco entre la multitud para contemplar la imagen de aquel ángel que iba a arrancarme el corazón. Sí, delante del pórtico del Perdón se iba a repetir la historia. Al fin pude contemplarla de cerca. Era una niña, de no más de 20 años. Descalza y ataviada con un vestido blanco de época. Tenía en las manos una viola de teclas, y la tocaba suavemente, susurrando una triste melodía medieval. Una melodía casi hipnótica. La viola de teclas es un instrumento cuyo origen arraiga en el medievo, aunque apenas se conoce fuera de su país originario, Suecia, donde recibe el nombre de “nychelharpa” que significa literalmente “arpa de llaves”.
    Me quedé embelesado observándola. Sus cabellos eran rubios como el oro, recogidos en un moño, y su tez era blanca como la nieve. Sus manos eran pequeñas, pequeñas y hermosas, tocando suavemente aquel inusitado instrumento. Antes de que pudiera proponérmelo, las demás personas que había a mi alrededor habían desaparecido por completo. Sólo estaba ella, ella y el sonido agridulce de las cuerdas sangrantes de su instrumento. Con la caída de las primeras gotas de lluvia se selló el destino que debía correr mi alma, la última milla que podría caminar en libertad, antes de ser raptada inmisericordemente. En el suelo estaba depositada una tela roja dónde echar limosna. Saqué apresuradamente unas monedas del bolsillo de mi abrigo y fue entonces cuando abrió los ojos y los fijó en los míos. Por un segundo, un segundo eterno, pude contemplar los ojos más hermosos que han caminado jamás por la tierra. “Cómo deben extrañarlos en el firmamento”, pensé. Dos gotas verdes de cristal, dos asfódelos recogidos en un puño de tristeza sublime y magnífica. Me miró, y con las pestañas a medio cerrar me dedicó una tímida sonrisa. Ahí, delante de la Puerta del Perdón, en la ciudad más encantada de todas. Y esa magia, hecha carne, había poseído mi cuerpo para siempre. Ya no seré libre nunca más. Estoy poseído por ella. Ella es la mujer a la cual adoro en silencio desde aquel preciso instante.
    La tormenta tomó forma tronando sobre Toletum. Las gentes corrieron al cobijo de sus casas. Era un diluvio en toda regla. ¿De qué? ¿De agua? Quizá. O quizá eran las lágrimas de toda una vida, cayendo sobre mí, ahogando mis sentidos hasta la extenuación. La joven tomó sus instrumentos y sus monedas, recogiéndolo todo en un zurrón. Con mucha prisa corrió hasta perderse entre el laberinto de calles que formaba la ciudad. Y ahí quedé yo. Debajo de la lluvia torrencial. Caí de rodillas al suelo y puse la mano derecha sobre mi pecho. ¡Sangre! Con horror observé cómo de mi pecho brotaba un torrente de sangre. Y entonces comprendí. Estaba mendigando por una brizna de amor de parte de una niña que ni tan siquiera tenía lo bastante como para calzar sus pies. Una niña de la cual nunca supe ni su nombre. Una niña que seguramente jamás reparó en mí. Aquella niña me había arrancado el corazón.
    En seguida me desplomé sobre el suelo. Crucificado como un mártir cumpliendo condena por mi terrible pecado. Mi pecado fue venderme por una ilusión, por un ideal. Sangrando amargamente por unos cabellos rubios que nunca besé, por unos ojos verdes a los que nunca les importé. Y arrastro estas cadenas desde aquel día. Las cadenas que me recuerdan como a mí también me fijaron en una cruz. Como a mí también me arrancaron el corazón. En el lugar donde nacen los sueños, frente a la Puerta del Perdón.



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    #1
  2. librampiro

    librampiro Poeta fiel al portal

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    Amigo Raven muy buen relato romántico. Al principio es muy descriptivo estuve a punto de abandonar la lectura pero tenía la garantía de tus relatos pasados.
    Este no es exepción aunque a mi gusto debes trabajarlo aún un poco más al principio de la historia porque es algo monotono.
    Un placer leer algo de ti, una vez más :wink:
    Saludos reamistosos :eek:
    Librado.
     
    #2
  3. Byroniana

    Byroniana Poeta fiel al portal

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    Es difícil contestar, en honor a lo leido, con lágrimas en los ojos. A cualquiera le habrían explotado las llagas en sangre después de entender y de sentir con tanta fuerza lo que en tus tres últimas líneas recoges de ti mismo, igual que lo mismo que he recogido yo. Sí, no has podido evitar convertir la inteligencia en sentimiento, y con ella, la crudeza de tus palabras. Tan cruda como puños que matan. E igual que tú no has podido evitar ser fiel a tu locura hecha genio, yo no he podido evitar oir mi dolor como vaivén que ahora viene, y mañana se calla. Sí, el Amor, que mañana me hace unirme al TODO, pero hoy a la NADA.

    Gracias por hacerme sentir, aunque sea dolor, porque es muy fácil que la literatura te llene, y muy difícil que te duela.

    Marina.
     
    #3
  4. MP

    MP Tempus fugit Miembro del Equipo ADMINISTRADORA

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    TU RELATO SELECCIONADO
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    EL SÁBADO 22 DE ABRIL DE 2006


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    #4

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