Arrogancia de saberte

(El desalojo del alma duele menos
a quien ha sabido beber de su savia hasta hartarse)

Mi vanidad es de saberte de memoria.
De ti conozco por ejemplo:
la cadencia de tu verbo tartamudo,
los lunares que constelan en tu piel mosqueada,
los vientos con que afloran tus corizas,
el sonido de los pasos que antecede tu llegada,
tus complejos y tus vicios,
los misterios que acicalan tu carácter,
el enojo enmascarado de sonrisa fútil.

Y todavía más lejos te conozco
por llevar impregnados como sello en mis entrañas:
tus relieves, tus contornos,
el calado de tu puerto,
los ciclos belicosos de tu don de concebir,
el aroma de tu pelo embalsamado de sudor,
el acento de tu lengua cuando lame,
la frecuencia a la que tu cuerpo oscila
sometida al furor de otro cuerpo,
los inhóspitos rincones
donde explotan tus suspiros y tus gritos,
la temperatura exacta a la que hierven tus resinas
y el crisol donde escaldan mis líquidos corpóreos.