Artista callejero

Soplando algún fuego para que no se me escape el calor,
o corriendo corderos en la calle para alimentarme el león,
saliendo a diario a lugares para olvidarme del amor,
o quizás sólo caminando en Buenos Aires al ritmo de un bandoneón.

Suspirando un recuerdo, cancionero que acompaña a cada paso que doy,
veo espejos en toda esquina en los besos de todos los extraños,
luego de tanto seudo castigo me armo mis cosas y me voy,
a escribir mis sentidos, a plasmar de la mejor manera el paso de los años.

Para la realidad de muchas cosas es necesario matar tiempo en el cemento,
ves muchas verdades que ni la mayor imaginación los inventa,
y te das cuenta que ante este gris vivir hace falta a veces unirse al concreto,
para ser un poco más fuerte a todo lo que en la calle te tienta.

Amores que salían de un invento de palabras hechas al instante,
poetas y sabios que enseñaron la vida, y para el mundo vagabundos,
histerias de una ciudad que sólo se ve cuando jamás madrugaste,
porque la mitad del día en que se vive, de la verdad, es solo un submundo.

Compañeros de alcohol, suicidas de sueños, payadores nocturnos,
contando sus mejores historias de supervivencia y completa realidad,
mejor que cualquier película es escuchar la historia de estos poetas mudos,
aprendiendo a disfrutar de las pequeñas cosas que te acompañan al andar.

Con mucho en tu contra, miradas asesinas, y algunos corazones por rajar,
con polvo en el bolsillo, pero la mente colmada de ricos pensamientos,
llenando un vacío de material, por lo mejor de la vida que es por supuesto soñar,
dándote cuenta de los fácil que es romper los diez mandamientos…

Muy de a poco los besos y abrazos se van haciendo canción,
aunque hoy solamente sean recuerdos de un poco de arte callejero,
ensolado, ignorado, pero con la guitarra seguía una real emoción,
pero sólo alimentaba a mi perro, hoy mi fiel y angustiante ausente compañero.

Y de repente sentís el frió que da un calor ya apagado,
sentís los corderos como se escapan de tu lado, y la muerte del león,
extrañando todo aquello que alguna vez hemos amado,
entramado en ese tango que respira nuevamente el bandoneón…