Así el afecto

Así el afecto​

Enamorado sí, terriblemente, enardecidamente loco;
como perro sabueso la busco con mi olfato, como gato
maullándo por ella colgado de un alero; como sufrido ilota.
No pienso existe un Dios porque me dió la vida, y sí
por el libre albedrío que me mantiene atado. Que no fue mío:
lo tuve por herencia, de tiempo inmemorial cuando me hiciera.
Así me encuentra el albor del nuevo día, que para burla mía
le causa hilaridad y gozo a quien me mira; sin comprender
siquiera que no la puedo odiar, aunque quisiera.
Y este acendrado afecto que me obliga y mantiene despierto
el interés por ella, es también rebeldía a renunciarla.
Porque peno con ella, y sin ella más peno si acaso no existiera.​