Atardecer en el monasterio de "Las Batuecas"

Entre pinos, encinas y retama
por los riscos la tarde baja lenta
y su luz, con presagio de tormenta,
por las frondas del valle se derrama.

Una chispa de sol, de rama en rama,
baila entre los cipreses soñolienta
y en un vuelo cansino ya se ausenta,
una nube en su seno la encarama.

Desde la tierra humildemente brotan
olores a romero, a jara, a brezos...
siente el alma su paz y su armonía

cuando en el aire, de repente, flotan
los cantos de los monjes en sus rezos,
mientras cae la tarde y muere el día.

 

No me dejan darte Reputación, pero la mereces.
Precioso, por ello te dejo Estrellas
un beso

 

!Qué bello soneto¡ transmite la serenidad de esos muros, enclavados en un paisaje escarpado y tormentoso. Tiene la calma de esos recordados sonetos de Gerardo Diego con los que compite en perfección. Luis

 

Es lo primero que leo tuyo, y me ha encantado la forma en la que transmites ese sentimiento de paz que impera en todos los monasterios.

Estrellas, reputación, y un abrazo.

José Luis

 

Creo que son excesivos tus halagos, Luis... ¡¡Mira que compararme con Gerardo Diego!!... Sólo soy un humilde hilvanador de palabras que intenta transmitir y compartir sus emociones de la forma más bella posible. Pero ten la seguridad de que me lo trabajo... Gracias y un abrazo. Manuel

 

Muchísimas gracias, José Luis. El soneto fue escrito durante una estancia de quince días en ese monasterio huyendo del "mundanal ruido" y compartiendo con los monjes la vida monacal. ¡¡No sabes bien cómo vuelve uno después de una experiencia así...!! Y eso que yo no soy precisamente un ejemplo de religiosidad... Manuel