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Atrapar al Espíritu Santo

Tema en 'Prosa: Cómicos' comenzado por Luis Fernando Tejada, 18 de Febrero de 2015. Respuestas: 0 | Visitas: 958

  1. Luis Fernando Tejada

    Luis Fernando Tejada Poeta reconocido

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    Al doctor Rodrigo Guevara, conocido entre las gentes como “Guevarita”, diminutivo cargado en su hoja de vida desde el colegio, no por su estatura, pues estaba muy por encima del promedio, sino por la voz aflautada que despertaba en los demás unas ganas irresistibles de imitarlo, en el transcurrir de su vida le había tocado esforzarse el doble de los normales, pues ante cualquier tarea asignada, debía demostrar primero su “normalidad”. También, debido a esa circunstancia, su devenir transcurrió alejado de amigos y de relaciones sociales, pues cuando había tratado de acercársele a alguien, este acababa burlándose de su especial voz, cosa que no aceptaba bajo ninguna circunstancia. Pero no “hay mal que por bien no venga”, esa anomalía, le permitió dedicar más de su tiempo a la ciencia y en particular, consagrarse a su gran pasión: las ciencias ocultas. La seriedad puesta en esta disciplina, le permitió ser convincente a la hora de presentar un proyecto a la Universidad Nacional, consistente en la fundación de un instituto, cuyo fin era el de investigar los fundamentos del mundo material, y además los fenómenos paranormales.

    Pero no estamos al lado de la verdad sino reconocemos que “Guevarita” si tenía un amigo o algo parecido a lo incluido en ese concepto. Se trataba del celador de la cuadra donde residía, conocido como el "Cabo", única persona a la que no se le hacía extraño "el hablado" de su amigo y es más, algo le recordaba de su pasado militar, porque si le dirigía la palabra, se ponía firmes, y se quedaba en esa posición hasta recibir el permiso de descansar.

    La reverencia exhibida por el "Cabo" hacia el doctor Rodrigo Guevara tuvo sus frutos al ser apreciado por este en grado sumo, tanto que le prometió llevárselo para ocupar el puesto de celador del laboratorio próximo a crear. Promesa cumplida semanas más tarde, pues no bien inaugurado, lo nombró jefe de celaduría.

    Entre las funciones del flamante celador estaba la de vigilar la puerta de entrada al laboratorio de investigaciónes paranormales. Ejercía el "Cabo" con mucho orgullo este nuevo oficio, pues era el primer trabajo serio, obtenido después de la baja en el ejército. Pero lo más del agrado del hombrecito, hasta las lágrimas, fue el uniforme de dotación de la celaduría, tal vez porque le recordaba los años de milicia.

    El laboratorio de investigación, de fenómenos paranormales de la Universidad Nacional, bajo la sabia dirección del doctor Rodrigo Guevara, llegó a ser uno de los más avanzados en el mundo científico. Contaba con un mini acelerador de partículas atómicas, dotado con grandes bobinas eléctricas, capaces de crear campos magnéticos. En un principio este moderno equipo, donado por gobiernos extranjeros amigos, fue utilizado en un experimento muy especial: hacer invisibles los objetos sólidos. Y también desmaterializar y volver a materializar, en otro lugar, a estos últimos, como método experimental, tendiente a hacer viables en un futuro, los viajes más allá de nuestro sistema solar, pues era sabido por los conocedores del tema, que para hacerlos realidad, se necesitaba alcanzar velocidades cercanas a las de la luz.

    A “Guevarita” se le ocurrió en cualquier momento, que en ese gran laboratorio, dentro de los experimentos a realizar, estaba uno capaz de despertar la curiosidad de los encargados del presupuesto e inclusive del rector mismo: materializar a Satanás, el mismo presente en la doctrina católica. Como desde tiempos inmemoriales se había hablado de la esencia eléctrica de estos personajes, era muy probable que los equipos instalados, sirvieran para concretar esa idea genial.

    El plan fue aprobado en el más absoluto secreto, pues las actividades realizadas en el laboratorio, no podían llamar la atención de la comunidad estudiantil. Era algo no muy conveniente para el prestigio de la Rectoría. Este tipo de investigaciones eran rechazadas por la mayoría de los miembros de la universidad, en especial por los “comandos de liberación nacional”, orientador político de un sector de los estudiantes. Inclusive, en una ocasión, como rechazo a las investigaciones de “Guevarita”, arrojaron una “papa bomba”, arma de ruido utilizada, por estos grupos, en sus continuos enfrentamientos con la policía, contra la puerta del laboratorio. De acuerdo a lo dicho por su líder, lo hacían porque en ese lugar, realizaban actividades tendientes a hacerle el juego al imperialismo y a la burguesía vende patria.

    El doctor Rodrigo Guevara, a pesar de la oposición, continuó con los experimentos propuestos, en especial con el último: el de atrapar al demonio.

    La metodología para cristalizar el aterrador plan, era hasta muy sencilla: en primera instancia contratarían a un mago o una bruja, de primer nivel, con la tarea de invocar al Ángel de Mal. Al hacer este su aparición, de inmediato, con las grandes bobinas eléctricas se crearía una poderosa cortina de impulsos protoplasmáticos, que estabilizaría los componentes atómicos de Satán e impediría descomponer el orden natural de sus átomos, y así le cerrarían toda posibilidad de huida.
    Dentro del programa, con la ayuda de algunos funcionarios, localizaron en un barrio marginal, a una de primer nivel, capaz de invocar un diablo “DarkSeed”, dispuesta, previo pago de una importante suma de dinero, a contribuir a la gloria de la ciencia y por consiguiente de la universidad, del señor rector y por último del doctor Rodrigo Guevara.

    La hechicera los previno sobre, que la dirección del infierno estaba en cabeza de un comité de siete demonios, con la misma importancia, cada uno, ante las bases sociales de aquel, por lo tanto, cualesquiera de ellos, llenaría los requisitos y podía servir para los fines propuestos.

    La bruja también los ilustró sobre la dificultad para atraer a uno, porqué solo se aparecían en las catedrales del mal, muy difíciles de localizar. Pero ante el reforzamiento del sueldo, les manifestó su disposición de hacer hasta lo imposible, para atraerlo hacia la trampa eléctrica dispuesta para ese fin.

    "Guevarita" satisfecho por la concreción del plan, dejó a la maga de alto nivel dentro del campo de fuerza. Esta, muy acuciosa en su trabajo, sacó de un maletín un viejo pergamino donde estaba escrito el rito para invocar al diablo. De acuerdo a lo leído, en voz alta con tono de sacerdotisa, el maligno debía aparecerse, si lo hacía, pues ya se habló de que las condiciones del laboratorio no eran las óptimas, en forma de una simple lechuza.

    La bruja se esforzó al máximo en su rito. Lanzó toda clase de conjuros durante más de dos horas. Mientras tanto, el magno director en apoyo de la mujer, estuvo dispuesto a hundir el botón de activación del campo eléctrico.

    Pasaron las horas y nada. El “Cabo” nervioso, se paseaba por todo el lugar, además muy compungido, porque el patas no se hacía presente. La magna maga, al notarlo tan apesadumbrado, lo animó diciéndole, que si no era hoy, sería mañana, pues ella regresaría al otro día con refuerzos esotéricos y al demonio no le quedaría más remedio que aparecer.

    Mientras tanto el Señor Rector, no se movía de su oficina pendiente de las noticias del laboratorio. Cada cinco minutos llamaba interesado en saber si habían atrapado al Gran Satán. Se le informó sobre la prolongación del experimento por un día más, y se le solicitó comprensión ante las dificultades, que conllevaba conducir a feliz término, semejante experimento y que esperaban aportarle buenas noticias al día siguiente, una vez la hechicera de alto nivel reforzara la invocación.

    Al otro día, temprano en la mañana, antes que el resto del personal, con excepción del “Cabo”, listo en su tarea de franquear la entrada, el estimado jefe se hizo presente en el frente de trabajo, dispuesto a continuar con el experimento. Al encender las luces, notó un movimiento raro dentro de la cabina experimental. Se acercó al vidrio de seguridad, y observo a través de él, con sorpresa, una gran lechuza asentada en una de las barras horizontales refrigerantes, mirándolo tan fija e intensamente, que le hizo desviar la mirada hacia el techo y adoptar la actitud de “yo no fui”.

    Con disimulo activó el campo de fuerza y la lechuza, perdón el Demonio, quedó prisionero.

    La nigromante, presente esa mañana, minutos después de la impresionante aparición, no daba crédito a sus ojos. De inmediato se apropió de la causa del fenómeno y comenzó, con toda la seguridad del caso, a dar miles de explicaciones e indicaciones.

    Les informó, que de acuerdo con su experiencia y gran olfato esotérico, era un YGGS, de gran poder, materializado durante la noche y no se desmaterializó, por pura curiosidad de saber quién tan poderoso e irresistible lo invocaba. También les explicó, que el campo de fuerza lo había vuelto estable, por lo tanto, permanecería en ese estado material, por tiempo indefinido.

    De inmediato las buenas nuevas, le fueron comunicadas al Señor Rector. Este al fin pudo respirar tranquilo ante el anuncio, pues estaba en juego su prestigio, y hasta su permanencia al frente de la institución. Temía que si su empleado fracasaba, se iba a volver blanco de los ataques de los "comandos de liberación nacional", sinapismos que lo habían hostilizado desde su llegada a la Rectoría de la universidad.

    El YGGS comenzó a decaer al cabo de dos días, lo encontraron en el suelo sostenido a duras penas sobre sus dos patas. Consultada la maga, esta les explicó, que como se trataba de un cuerpo material, necesitaba alimentos y agua, igual a cualquier otro ser vivo.

    Gracias a la colaboración de la facultad de veterinaria, pudieron resolver el problema, pues esta los proveyó de unos suculentos ratones blancos. El animal al tragárselos recuperó los bríos y se posó de nuevo en el tubo de refrigeración, al parecer su sitio preferido.

    El problema de la comida fue fácil de resolver, pues desde ese día en adelante, los colegas de veterinaria se comprometieron a proveerlos de ratones blancos. Abundantes en los laboratorios, al parecer plato favorito de la infernal lechuza.

    Con los días, el entusiasmo decayó en el equipo científico. Las cuentas de energía para mantener el campo magnético eran astronómicas. La rectoría se quejó, y el doctor Rodrigo Guevara, pidió ayuda, a la facultad de veterinaria, para solucionar el problema del hospedaje del YGGS.

    El decano estuvo dispuesto a colaborar con la ciencia. Pero antes, debía prevenirse contra las argucias del maligno. El hombre, después de mucho meditar, y pedirle a dios lo iluminara, aconsejó a la rectoría solicitar la ayuda de la Santa Iglesia, en cabeza de su autoridad más importante: el Nuncio apostólico.

    Su eminencia, apenas conoció la historia, se la comunicó al Vaticano. Haciendo constar en su informe, que unos científicos colombianos, tenían atrapado un demonio principal, considerando este hecho histórico, como lo más importante sucedido a la humanidad, desde el nacimiento de Cristo Redentor, y sin lugar a dudas, el experimento, único, confirmaba lo cierto de la doctrina de la iglesia, respecto a la existencia del demonio.

    El vaticano ordenó llevar al YGGS a Roma en el término de la distancia, para ellos tratar de sacarle los secretos guardados durante milenios por este, en especial lo relacionado con la subversiva rebelión de los ángeles en un principio de los tiempos, cuando al sentirse más bellos que su creador, trataron de dar algo así, como un golpe de estado.

    Con importantes medidas de seguridad, la lechuza fue trasladada a Roma. El doctor al fin descansó. Consideraba a la iglesia como la más indicada para hacerse cargo de la culminación del experimento. Y de paso, se quitaría de encima la cantaleta del señor rector, respecto a los gastos de energía.

    Como la vida continuaba su curso y el laboratorio debía justificar su existencia, las directivas de la U. le exigieron al director presentar un nuevo proyecto.

    Después de meditar una noche entera, a “Guevarita” se le ocurrió algo tan trascendental, que haría pasar a la historia a la universidad: de la misma manera, como atraparon al demonio, podían atrapar al “Espíritu Santo”.

    La rectoría, contenta con los resultados anteriores, autorizó el experimento. La metodología iba a ser la misma. Pero en este caso, se hacía necesario, contactar a un religioso de las más altas calidades espirituales para invocar al “Espíritu Santo”. Una vez este se materializara dentro de la cabina, crearían el campo magnético y lo retendrían.

    Después de analizar las hojas de vida de los posibles candidatos, y hacer consultas de alto nivel, concluyeron en que la persona más indicada para el asunto, debía ser una “Seliee” o alma luminosa, y esa era nadie menos que: la “Superiora de las Hermanas Adoratrices”.

    Dentro de la cabina del laboratorio se instaló un reclinatorio, para la comodidad de la hermana superiora, por cierto de avanzada edad, en la agotadora tarea de invocación de tan importante personaje.

    La monja consultada, se negó a prestarse para tan blasfemo accionar. Al señor Rector no le quedó más remedio que pedirle ayuda al Nuncio apostólico. Este después de analizar la importancia del plan, le dio la orden a la monja de prestarse para el experimento, explicándole que contaba con la bendición del sumo pontífice. Ante este irresistible argumento, decidió hacer lo pedido por los científicos.

    Después de dos horas de rezos continuos, no se observó ninguna alteración eléctrica. Mientras tanto el “Cabo” se paseaba de lado a lado en el local, bastante preocupado por el posible fracaso de la misión y "Guevarita" a su vez, mantenía el brazo entumido, sobre el botón de activación del campo magnético, pero dispuesto a no cejar en su empeño.

    Como en este caso no le pagaban a la monja, esta no estaba muy entusiasmada y menos de acuerdo, con la invitación de regresar al otro día a una sesión más. Para ablandarla, le contaron la historia del YGGS. Que en ese caso, el demonio, después de varias horas de invocación, también se negaba a hacerse presente, pero como por arte de magia, al otro día temprano, lo encontraron dentro de la cabina, con forma de lechuza.

    La santa hermana, a regañadientes, pero curiosa, aceptó regresar en la mañana siguiente a continuar con los rezos invocatorios, y de pronto, a presenciar algún milagro.

    Al otro día, el doctor Rodrigo Guevara llegó al laboratorio más temprano que todos, como era su costumbre, y se aprestó a comenzar con sus labores. Empeñado en sus tareas, sintió dentro de la cabina una especie de aleteo. Para su asombro, en el mismo tubo de refrigeración donde vieron asido, por primera vez al demonio, estaba asentada una bella paloma blanca. De inmediato “Guevarita” corrió a hundir el botón de encendido del campo magnético.

    Al hacerse la monja presente, el hombre la enteró del suceso, y fue tal la impresión de esta al sentirse ante Dios, que cayó desmayada cuan pesada era, víctima de una fascinación mística.

    Al recuperarse manifestó, que después de la crucifixión del hijo de dios, este suceso, era lo más importante que le había podido ocurrir, a la santa iglesia católica, desde su fundación hasta nuestros tiempos, y lo más maravilloso, con su modesto concurso.

    El Rector al ser notificado, hizo presencia en el laboratorio, en compañía del Nuncio Apostólico. Mientras tanto los “comandos de liberación nacional” gritaban en las afueras, consignas anticlericales y recitaban la famosa frase: “la religión es el opio del pueblo”. Este manido argumento, era apoyado con el lanzamiento de papas bomba, cuyos estruendos, hacían revolotear a la santa paloma por toda la cabina.

    Pero nada de ello importaba a las directivas. Tenían en sus manos a dios y la prueba de la existencia del demonio, mérito que nadie le podía quitar a la universidad.

    El vaticano, por información del Nuncio, se enteró del importante suceso. De inmediato ordenó le enviaran al "Espíritu Santo", pues su sitio natural estaba en Roma, al lado del Papa.

    Al fin la iglesia contaba con un dios de carne y hueso, y de encima, tenían preso a uno de los principales jefes del averno, hoy en estrictos interrogatorios. La llegada al Vaticano del “Espíritu Santo” sería un acontecimiento histórico e iba a permitir al catolicismo, convertirse en la principal agrupación religiosa del mundo.

    La paloma fue trasladada a Roma con toda la pompa y consideración merecida. Fue alojada en las habitaciones privadas del Papa, donde se adecuó una bella palomera, con techo de oro y paredes de marfil.

    El gran director del laboratorio de investigación, sobre fenómenos paranormales de la Universidad Nacional, con el fin de celebrar todo lo sucedido en las últimas semanas, invitó a su único amigo, el “Cabo”, a tomarse unos tragos. En medio de la borrachera este le confesó, que como la tal bruja no salía con nada, empezó a preocuparse por su contrato de trabajo en el laboratorio, por lo tanto, decidió ir a la plaza mayorista a comprarse una lechuza. La llevó camuflada en el maletín, en el que transportaba sus objetos personales y la soltó en la cabina. Continuó contándole, que después, ante el segundo experimento, el de “Atrapar al Espíritu Santo”, había hecho lo mismo, pero con una paloma cazada en la Plaza de Bolívar.

    Instantes después, al doctor Rodrigo Guevara, el “Cabo”, tuvo que darle respiración boca a boca, para tratar de sacarlo de un accidente cardiaco.
     
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    Última modificación: 19 de Febrero de 2015

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