aturdida alma

Las lágrimas hoy purifican mi corazón y revelan en mi el secreto de la vida y sus misterios,
La risa que me acerca a mis prójimos;
Las lágrimas que me unen a los desdichados,
La risa que simboliza la dicha de mi propio ser.
Se desvanecen y lloro,
¿y aun pregunto, porque lloras alma mía?
¿Acaso conoces mis flaquezas?
pues no se cuál es mi error.
Ya que mis letras y mis sueños
En tus deseos son dictados.
Contémplame, Alma mía;
he Consumido días enteros observando tus enseñanzas.
¡Piensa en todo lo que sufro!
Siguiéndote mí vida se ha disipado.
Mi corazón se ha glorificado en tu trono y ahora solo lo has tomado como esclavo tuyo:
la paciencia y la soledad eran mis únicas compañeras
ahora me han dado la espalda;
la juventud que me quedaba era mi única esperanza,
ahora so lo me queda el abandono.
¿Por qué te encuentras así alma mía?
He rehusado el amor de una mujer
En pos del camino que tú me has hecho recorrer.
Sé justa conmigo, o llama a tu amiga la muerte
Para que se desencadene,Pues desprenderte de este humilde cuerpo,
Es lo que más deseas con ansiedad.
Apiádate de mí, Alma mía.
Me has mostrado la Fortuna
Inalcanzable. Tú y la Fortuna moran en la cumbre de los cielos;
la Desdicha y yo estamos juntos y abandonados en lo profundo de este frió mundo. ¿Se unirán alguna vez el cielo y la tierra?
Apiádate de mí, Alma mía.
Me has mostrado la Belleza y luego la has ocultado.
Tú y la Belleza moran en la luz de los cielos,
la ignorancia y yo Somos uno en la oscuridad.
¿Invadirá la luz alguna vez las frías tinieblas?
Presurosa huyes hacia la Eternidad,
Mas este cuerpo fluye lento hacia la profundidad de esta fría tierra.
Tú no sabrías que es sentir un frió de estos,
Ya que mi cuerpo siempre te ha brindado el calor, aun en las noches más frías.
Y esto que siente mi corazón es la tristeza.
Te elevas rápidamente, por el mandato de los cielos,
mas este cuerpo se desploma Por la ley de gravedad.
Y él no te quiere.
Esto es, Alma mía, la desdicha de mi corazón.
Eres rica en sabiduría, mas este Cuerpo es pobre en comprensión.
Tú no te arriesgas a recorrer los caminos de este frió mundo
Y es mi cuerpo quien tiene que obedecer tus mandatos.
Esto es, Alma mía, el límite de la desesperación.
En el silencio de la noche visitas al enamorado y gozas con la dulzura de su presencia.
Este cuerpo será por siempre,
La amarga víctima de la esperanza y la separación.
Esto es, Alma mía, la tortura despiadada.

¡Apiádate de mí, Alma mía!

JERICO ARLEQUIN GERQUIN MERLIN

 

Cuando el cuerpo, el alma y el corazón no concurren en el sentir, nos albergamos en confusiones...


Saludos