Auto de filos

Soliloquio sobre una virtud efímera
y empequeñecedora, que locuaz recitas
para el beneplácito de la concurrencia:
aquella que habita casual en tu conciencia
y anda con dulzura benemérita y aturdidora.

Palabras que en refrán anónimo,
con penas en el alma regalaste,
y que sin más desprecias
por oblicuas y obliterantes,
por inicuas y penetrantes.

Otros considerarán lo que no aprecias
como algo noble y desafiante:
elocuente elucubración y faena
liberadora de cadenas.

Así usaste la palabra como espada
para cortar los vientos,
y huiste al ver que de la nada
derramábanse millares de lamentos.

Aquel augurio trazó en el firmamento
un mural de aullidos por la espada
que mató tantos momentos.
Y hoy ya no queda nada,
en ti ya nada queda,
hoy ya nada... en ti, nada

 

Al filo del amor sellaron juramentos que solo el viento era testigo y no creyó de tantas palabras aduladoras que mejor hizo su trabajo y las palabras se llevo. Grato leerte amigo y sigue con nosotros.

 

Amigo Hector. Saludos. Gracias por sus palabras...