Avisos a un Anciano

Ven aquí tú que contaste
tantos años en tu vida,
tanto a la edad te apegaste,
como si nunca fuese perdida.
Mira bien esos despojos
de los que Dios te está hablando,
la muerte, nos llega a todos,
y para ti ya está llegando.
¿Qué parecen esas manos,
y también tu cuerpo entero?,
los huesos parecen palos,
la piel el fuelle de un herrero.
Tu gordura ya se fue,
la color rosada también,
pero tu esqueleto quedó
para que en él te mires bien.
Y las piernas tan cansadas
ya de tanto trabajar,
son como estacas clavadas
que no puedes desclavar.
Si quieres verte mejor
coge un espejo y veras,
ni la cara ni el color
que tenías años atrás.
Ya la vieja primavera,
flores blancas viene a dar,
en las cejas y cabellera
para dar más que pensar.
Los ojos también los tienes
hundidos en dos fisuras,
aunque los abras bien no ves,
sino borrones, letras juntas.
Porque el nervio tan cansado
fuerza no puede ofrecer,
y tiene que ser ayudado
por anteojos, para ver.
El tímpano del oído,
también ya se cansó,
y no escucha el ruido
como antes escucho.
¡Y la boca!, ¿no estás viendo
Como resbala la baba,
Por los lados de tu cara,
Y los niños se están riendo?
Las muelas ya se marcharon,
y los dientes para comer,
muy limpia boca dejaron,
solo papas pueden ser.
las mejillas más hundidas,
los labios también se van,
las quijadas más salidas
hacen hocico de can.
Mírate bien todo junto,
por dentro como por fuera,
negro, feo, como un difunto,
¿qué me dirás tú ahora?

Contestación

Soy un traste ya comido
por el más fiero verdugo,
me comió como un tarugo
el tiempo ya consumido.
De cinco docenas subí,
También llegaron mis padres,
En la sexta será mi fin,
Porque en ella mueren mas.
Más si alguno, por fortuna,
de esta se puede librar,
No gana cosa ninguna,
sólo le queda esperar.
Por los suyos está tirado
en el barranco del olvido,
y como un tronco podrido
la tumba lo está esperando.
Para los suyos es una carga
que no la llevan sin rabiar,
cuidarlo, es una traba,
no los deja trabajar.
El anciano siempre está
sin descanso en el gemido,
se acabó la caridad,
mejor está muerto que vivo.
Y viéndose así dejado
porque antes no se ha muerto,
levanta los ojos al cielo
llorando desconsolado.
¡Tantos años mi Señor,
sin de Ti me recordar
siendo siempre pecador!,
¿qué final puedo esperar?.
Viviendo siempre enredado
en las cosas de este mundo,
de Tus mandamientos dejado
¿cómo pues no me confundo?
Si al año me confesaba
por fuerza he de decir,
a mis vicios retornaba
como forma de vivir.
Si me pongo a recordar
delante de nuestro Señor,
en la cuenta que he de dar
más grande es mi dolor.
De bueno no tengo nada,
ni el tiempo que juntar,
¡mi vida está acabada,
no lo puedo remediar!.
Refugio del afligido,
mi Divino Redentor,
¡dame tiempo por favor,
que tan de veras te pido!.
Para llorar de corazón
en estos cortos momentos,
y con toda mi contrición,
recibir los sacramentos.
Y así cantar en la Gloria,
para siempre a Tu favor,
por Tú gran misericordia
con este gran pecador.

RAMÓN L.SOUTO