Ayer fue Mendoza Fría

En lo profundo de un valle
hay un pueblo que Dios mira
donde el sol nace tarde
y luego le da muerte la neblina.

Hay dos seres alados
con quietud y mirada fija.
Uno me dice verdad,
El otro soberana mentira.

Los dos amaron a Dios
Uno por convicción, otro por devoción.
Uno sembró la vida con campanas verdes,
el otro con su cabeza sembró la muerte.

En la estreches de este valle
midieron para ellos un mundo glorioso:
el de capa negra lo hizo para agradar a Dios,
el de dorada, para alcanzar honor.

A la Reina del Cielo cantaron avemarías.
Cultivaron su fe en cada doblar de rodillas
y hoy en el altozano custodian los dos
el dulce Sacramento que los redimió.

Anduvieron por los mismos caminos
de piedras trilladas por mulas y yeguas,
por donde caminaron niños, señores y viejos,
recogedores de café y cortadores de caña.

El de dorada tomó por arma la espada que reprime.
Con ella ganó batallas botones y medallas.
El otro abrazó la Cruz, signo del que redime,
con ella compró para Dios la Salvación de las Almas.

Oh, Mendoza Fría, de paredes calladas
construidas de adobe y con cal blanqueadas.
¿Qué fueron de las señoras que cruzaban las quebradas
para traer del páramo los quesos y cuajadas?

Oh, Mendoza Fría, detenida en el tiempo.
Te plantaron junto al río que no guarda silencio
para que contara los días que se llevó el viento,

y miradas de dos hombres señalan por donde se fue el tiempo.​​

 

Nostálgico, parece cantado. Tus versos recuerdan la melancolía de las tardes de lluvia y el café a la vera de un album de fotos viejas. Gracias por compartir, muy bueno...