Bajo el mantel de la morada.

Tras montar la armadura, me he
dado cuenta que soy muy blando,
he cogido a tientas la espada que
mis brazos sedientos de armonìa,
no consiguen alzar, he cubierto de
grasa todo momento, y no consigo
que resbalen los pensamientos, me
he puesto una mordaza, y no consigo
callarme y decir todo, aùn ahora, la
lengua es escurridiza, sin ganas de
beber y saciarme, soy blando como
el pan caduco, y tembloroso ante mis
pocas hazañas, tengo la pasta de la
boca, añazagada de tolerar insultos
a mi desnudez, pàlida y blanca, como
sàbanas que tapan mi descordura, y
espero a que todo vuelva como antes
de la guerra, incluido yo, en batalla
contra la inconstancia.

 

Un placer leer tu trabajo. Te envío un cálido saludo venezolano.

 

Gracias a usted por su primer comentario, no me esperaba tan emocionante acogida, muchas gracias.

 

Esperemos tener más contancia en todo,
e incluso en sus buena obras... saludos​